En días así el viejo y manido estereotipo de que la juventud está perdida, se destruye. Los jóvenes inundan las calles y viven esta, su realidad. Han quitado escombros, han comprado medicamentos, ropas, comidas enlatadas, productos de aseo, todo para donar. Han organizado centros de acopio para recibir y distribuir esas donaciones, y han ofrecido sus autos particulares para trasladarlas.
Ayer llegó un carro con agua y medicamentos para donar, cuando preguntaron quién era el jefe, alzó la mano un muchacho con toda la pinta de hípster. Él organizó rápidamente a los otros que —en cualquier otra circunstancia— serían clasificados con las etiquetas de: rockeros, hippies, reguetoneros… Y estaban ahí, en las calles de la ciudad, poniendo la piel a la desgracia.
Mambrú se fue a la guerra
Adolfo Sánchez es actor. De rescate sabe poco. O más bien: sabía poco antes del 19 de septiembre. Ese día fue un antes y un después en su vida, como en la de todos los mexicanos. Un parteaguas.
Él se ha metido de lleno en las labores de rescate más profundas, pala en mano. Se ha metido en los edificios en ruinas y antes se ha escrito en los brazos, con plumón permanente, su nombre, edad, grupo sanguíneo, teléfono de casa y las alergias que tiene. Eso, para si en lugar de rescatar, tiene que ser rescatado.
"Estoy deshecho. Tengo sentimientos encontrados. Fue bellísimo salir de San Gregorio, Xochimilco, entre aplausos después de ayudar a sacar escombros. Pero al mismo tiempo no he parado desde el sismo. Recorrí casi todos los puntos de colapso de las colonias: Del Valle, Narvarte, Portales… Terminé a la 1:00 después de colapsar emocionalmente; no pude más. Hoy mi jornada empezó a las 7:00. Coapa, mi hogar durante muchos años, está destruido. Mi madre no para de cocinar arroz para los damnificados y a mí, a mí me regalaron una pala, la cual se volvió mi fiel compañera. Estoy deshecho. Necesito llorar y tener un pequeño duelo.
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Ha sido bello y emocionante ver todo el apoyo y amor entre nosotros. Ha sido hermoso encontrarme a colegas de teatro, amigos de la infancia y demás por toda la ciudad. También fue duro ver Xochimilco, Coapa y la Ciudad de México hechas pedazos. Ahora mismo creo que el mayor premio que me han dado en toda mi vida es un plato de arroz con tortillas y salchichas".
Adolfo es uno de los miles de héroes del pueblo, de los jóvenes que han salido a levantar otra vez a México.
"Vamos saliendo del edificio multifamiliar Tlalpan. Como locos nos tomamos un café y nos lanzamos después a Santa Cruz. Toda una noche de experiencias por las que no volveré a ser el mismo. Ni yo, ni todos los que estuvieron esta noche. Y no lo digo por presumir porque creo que todos estamos haciendo lo que debemos: ¡hacer grande a esta sociedad!
Llegué con dos rescatados a las 12 de la noche, lloré con dos fallecidos a las 6.00 y me voy siendo las 10:11 con, al parecer, dos personas aún vivas".
Definitivamente la juventud no está perdida. El que tenía dudas de cuánto era capaz de hacer un 'millennial', o los que perdieron toda fe en ellos, sépanlo: México está orgulloso de sus jóvenes.
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