"Supongo que sería incorrecto hacer alguna evaluación mientras los servicios correspondientes realizan el trabajo que se requiere", respondió Peskov a la pregunta de cómo valora el Kremlin su incapacidad de atajar la epidemia del "terrorismo telefónico".
Unas 400.000 personas se vieron afectadas hasta la fecha por las falsas alarmas de bomba que provocaron el desalojo de más de un millar de recintos a lo largo del país.
Según las autoridades, no se han encontrado explosivos en ninguno de los recintos inspeccionados hasta la fecha: grandes centros comerciales, terminales ferroviarias, colegios, museos y otros locales concurridos.
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Una fuente de los cuerpos de seguridad reveló que detrás de esa campaña de amenazas falsas está el autodenominado Estado Islámico (Daesh, organización terrorista proscrita en Rusia y otros países) y que se emitirá una orden internacional de búsqueda y captura contra varias personas, ya identificadas, que hicieron llamadas anónimas desde el extranjero.