"Hemos dado refugio a más de 800.000 rohinyás desplazadas forzosamente de Myanmar. Las atrocidades y las violaciones de derechos humanos en el estado de Rakáin, en Myanmar, han agravado una vez más la situación en la frontera", subrayó la primera ministra bangladesí al intervenir el jueves ante la Asamblea General de la ONU.
"Es necesario que estas personas tengan la posibilidad de regresar con protección y dignidad", insistió.
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La primera ministra de Bangladés exigió a Birmania poner coto indondicional a la violencia y la práctica de depuración étnica en Rakáin y pidió al secretario general de la ONU enviar de inmediato una misión investigadora al país vecino.
"Todo civil independientemente de su religión y etnia debe recibir protección en Myanmar. Se pueden establecer zonas seguras dentro de Myanmar bajo la supervisión de Naciones Unidas", añadió.
Los rohinyás se establecieron en Arakán (antiguo nombre de Rakáin) a finales del siglo XIX y a principios del XX, durante la época colonial cuando los británicos alentaron su traslado desde Bengala Occidental a un territorio con escasa mano de obra agrícola.
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Birmania, una nación mayoritariamente budista, deniega ciudadanía y derechos civiles a esta comunidad musulmana de unos 1,1 millones de personas, alegando que son inmigrantes bengalíes.