Huaxi es un ejemplo del éxito económico alcanzado por la particular visión china del socialismo en las últimas décadas. Todos sus residentes viven en mansiones y tienen como mínimo un automóvil. Pero, como en los países socialistas, la asistencia médica y la educación son gratuitas.
En Huaxi hay alrededor de 80 fábricas, en su mayoría metalúrgicas y textiles. Las mercancías que se producen en el pueblo se exportan a 40 países.
El municipio debe su prosperidad al exjefe del Comité del Partido local U Zhenbao. Cuando se puso al frente del organismo, logró persuadir a las autoridades en Pekín de que Huaxi podría convertirse en un ejemplo ilustrativo para el comunismo en acción.
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A veces, para alcanzar sus objetivos, U Zhenbao se valía de métodos revolucionarios. Por ejemplo, en 1994 se le ocurrió convertir el pueblo en una cooperativa que perteneciera a todos sus habitantes. Una vez tomada esta medida y convertidos todos los lugareños en accionistas, el crecimiento económico de la localidad se disparó.
Durante ciertos períodos, los ingresos de la 'cooperativa del campo' rebasaron los 8.000 millones de dólares, más que el PIB de algunos Estados.
En Huaxi hay de todo. Especialmente para promover el desarrollo del turismo, se construyó un parque de atracciones que costó 23 millones de dólares. Aquí se pueden contemplar copias de la Casa de la Ópera de Sídney, el Arco de Triunfo de París, la Puerta de Tiananmen y hasta un fragmento de la Gran Muralla. EEUU está representado por un edificio que une los elementos del Capitolio y la Casa Blanca, sobre cuyo techo reposa una réplica en miniatura de la Estatua de la Libertad.
El esfuerzo de las autoridades locales no cayó en saco roto. Cada año casi dos millones de extranjeros visitan Huaxi.
El municipio también dispone de un servicio de taxi aéreo, que permite llegar a las ciudades cercanas en solo 10 minutos.
A pesar de que denominar 'pueblo' a este lugar puede parecer un tanto absurdo, el Gobierno todavía no se apresura a colgar el cartel de 'ciudad' a Huaxi.