Orador y teórico, encabezó la oposición a Stalin en los años 20. Fue expulsado del partido y luego de la URSS en 1929. Después de un largo periplo que lo llevó a Turquía, Francia y Noruega, México fue el único país que le concedió el derecho de asilo, bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas y gracias a los oficios del pintor Diego Rivera. Hace 80 años el líder ruso llegaba a México, pero no se salvó. Tres años después, un comunista catalán, Ramón Mercader, bajo el seudónimo de Jacques Mornard, le clavó un piolet de alpinista en la nuca y lo asesinó por órdenes de Iósif Stalin.
Esteban es hijo de Zinaida, nacida en el primer matrimonio de Trotsky, y fue testigo de esos momentos trágicos. Desde entonces considera su misión "restablecer la verdad histórica". Dirige además el Instituto del Derecho de Asilo — Museo Casa León Trotsky, el mismo lugar donde su abuelo fue asesinado y donde yacen sus restos y los de Natalia, su esposa.
¿Qué recuerdos tiene de su abuelo?
Yo estaba en el cuarto de al lado y dispararon sobre el lecho donde me encontraba, vaciaron toda una pistola automática en el pequeño catre donde dormía, pero el instinto de conservación funcionó, me tiré al suelo, me encogí, y gracias a eso solo me rozó una bala en un dedo del pie.
Después de este ambiente de favores y pequeñas ayudas, un buen día repentinamente solicita que el abuelo le revise un pequeño escrito que había hecho, y el abuelo no se podía negar. Accedió a revisar el escrito y Jacques logró entrar al despacho. La primera vez no pasó nada, fue para reconocer el terreno, y la segunda vez llevó el pequeño escrito, y cuando el abuelo se inclinó para leerlo, el asesino traía un piolet de mango recortado y le pegó desde atrás en la cabeza con todas sus fuerzas.
El abuelo no falleció instantáneamente, logró levantarse y luchar con él, y lanzó un grito que se escuchó por toda la casa. Rápidamente llegaron los ayudantes e inmovilizaron al asesino. A unas cuadras estaba esperando la madre de Jacques, Caridad Mercader, con un agente de la GPU, Eitingon, conocido como general Kótov en España.
El abuelo al oír los pasos les indicó a los secretarios que me mantuvieran alejado para que no viera la escena. Me emocionó mucho ese gesto, mostraba su calidad humana, un moribundo que se preocupa de no causarle un trauma a su pequeño nieto. También alcanzó a dar órdenes de que no mataran a Jacques, lo cual fue acertado porque gracias a eso se pudo descubrir toda la trama.
A 100 años de la Revolución, ¿cómo evalúa el papel de su abuelo en la misma?
Trotsky definió la dinámica de la revolución con la teoría de la revolución permanente, en contra de la teoría de la revolución por etapas que defendían Bujarin y Stalin, según la cual primero se tenía que hacer una revolución burguesa, y posteriormente se plantearía la revolución socialista. Trotsky estableció que había que ir directamente a la etapa proletaria y que la burguesía no iba a jugar ningún papel progresista. Así fue en la Revolución Rusa que estableció el soviet de obreros, soldados y campesinos, y logró triunfar.
Durante varios años se estableció un gobierno más o menos democrático, pero como en toda revolución, después del avance viene la resaca, el retroceso, igual que en la Revolución Francesa, lo que se llamó el Termidor. Ahí fue donde Stalin jugó el gran papel, dirigir la segunda etapa que era la contrarrevolución. Para llevarla a cabo tuvo que ejecutar y eliminar a los compañeros de armas de Lenin fusilándolos y acusándolos en los procesos de Moscú, deportándolos a los gulags, para consolidar ese nuevo poder.
Un hecho muy importante es que durante la revolución hubo una confianza absoluta entre Lenin y Trotsky. Tan es así que en los archivos de la Universidad de Harvard, donde están los archivos de Trotsky, hay hojas en blanco con la firma de Lenin, en caso de que tuviera que dar una orden y no lo pudiera contactar. Qué más testimonio de la confianza entre los dos.
Cuando los famosos procesos de Moscú [1936-1938], en los cuales Stalin eliminó a toda la vanguardia y los compañeros de Lenin, Trotsky organizó en México los contraprocesos para demostrar ante la historia la total falsedad de esos juicios.
¿Cuál fue la suerte de su familia?
El otro hijo, Serge, totalmente ajeno a la política, se quedó en Rusia, pero Stalin no le perdonó el parentesco y lo mandó a fusilar. Mi abuela, la primera esposa de Trotsky, tengo entendido que falleció en campos de concentración. Mi madre fue llevada al suicidio porque se le denegó la nacionalidad rusa y no podía volver a su patria, donde tenía a su esposo y otra hija. Ese fue el destino de la familia, el exterminio, el asesinato.
Usted volvió a Rusia a conocer a su media hermana…
Sí, hubo una media hermana que alcanzó a sobrevivir. Un historiador amigo mío me contó que encontró a mi hermana Alejandra, pero tenía un cáncer muy avanzado y tenía que viajar de inmediato. Era la época de Mijaíl Gorbachov, viajé a Moscú, la alcancé a conocer y falleció un mes después.
Usted ha contado que su abuelo no quería que se metiera en política.
Cuando los secretarios de la casa conversaban conmigo, les pedía que no hablaran de política con ‘Sieva', la abreviación de mi nombre. Trataba de protegerme. Escogí la carrera de química por mi propia voluntad. En la atmósfera de la casa, donde había cierta tensión y adrenalina, me hice adicto a la adrenalina. Por eso escogí una carrera que tiene sus momentos de tensión, de emoción, cuando trabaja uno con sustancias venenosas o explosivas.
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Usted ha creado el Instituto del Derecho de Asilo donde funciona el mismo Museo. Trotsky decía que había un "planeta sin visado" y México fue el único país que le dio asilo, con el presidente Lázaro Cárdenas. ¿Cómo valora ese papel?
Admirable. A nivel internacional es motivo de grandes elogios y reconocimiento este papel que ha jugado México. No hay país de Latinoamérica del cual no haya recibido asilados, Chile, Argentina, Guatemala. Y con [Lázaro] Cárdenas, el gran asilo de los españoles [después de la Guerra Civil a fines de los años 30], que fue muy benéfico para México porque trajo a la intelectualidad y los mejores científicos de España.
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En los últimos años hay un mayor conocimiento de la obra de su abuelo, sus libros se vuelven a editar en ruso, ¿usted cómo ve ese proceso?
Trotsky ha sido uno de los individuos más calumniados y difamados de la historia. Uno de los crímenes de Stalin fue destruir la verdad histórica, falsificarla, dar falsos planos a la humanidad. Eso es imperdonable. Una de las misiones que yo considero más importantes es restablecer esa verdad histórica y yo me he abocado a llevar a cabo ese trabajo. Yo no me meto en política pero como testigo, viví en carne propia esta atmósfera de calumnia y difamación cerca del abuelo y considero que es muy importante restablecer la verdad histórica.