"Para Estados Unidos, lo paradójico con Afganistán puede ser que solo reduciendo su presencia [en el país] o yéndose completamente pueda obtener los mayores beneficios estratégicos", opina Posen.
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Así, Posen recuerda que para Estados Unidos el arte de gobernar se mide según su capacidad para engatusar a los países de manera que sus intereses nacionales en materia de seguridad beneficien a Washington. El académico defiende, así, que la mejor forma de que Estados Unidos saque partido de la situación es cargando el muerto a otro.
"Cuando Estados Unidos interviene en una guerra civil, los demás países pueden lanzar dardos a los estadounidenses por ambos lados, pero cuando no interviene, aquellos que están a ambos lados tendrán que resolver el problema por sí mismos y, a menudo, disentirán entre ellos a la hora de llegar a una solución".
"Desde el punto de vista estadounidense, todos salimos ganando", asegura Posen.
Envenenar la frontera rusa
Que Rusia se hiciese cargo de Afganistán también debilitaría su buena relación con China, algo que también sería beneficioso para Washington dada la buena sintonía entre Moscú y Pekín, reconoce el profesor, ya que los aliados de China en la zona —Pakistán— no coinciden con los de Rusia —Irán y la India—.
"La rivalidad entre ambos en Afganistán pondría palos en las ruedas [a esa relación]".
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"Estados Unidos tendría que dejar de resolver problemas de seguridad en aquellos países ansiosos por crearnos problemas a nosotros. Y si saliendo de Afganistán les creamos a ellos unos cuantos dolores de cabeza, cuánto mejor", concluye el analista.
La Administración Trump lleva varios meses desarrollando una nueva estrategia para Afganistán que incluye el envío de más tropas al país, un movimiento desesperado fruto del descontento del actual presidente estadounidense por "estar perdiendo" la guerra en el país oriental.