Un grupo de científicos de la Universidad Lakehead, en Canadá, descubrió que las universitarias con una baja variabilidad en su frecuencia cardíaca tenían casi el doble de probabilidades de estar emparejadas al final del experimento —de seis meses de duración—.
Una de las posibles explicaciones para este fenómeno es que las grandes variaciones en la frecuencia cardiaca pueden estar vinculadas con el sistema nervioso, encargado de regular nuestras emociones.
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"Después de todo, tal vez sea nuestro corazón y no nuestra cabeza el que determina cuál de nosotros encontrará el amor", afirmó a la revista Biological Psychology uno de los investigadores.