El incidente ocurrió el 20 de julio cuando el piloto estaba volando a más de 603 kilómetros por hora. El vuelo se realizó durante un ejercicio en el que los pilotos estadounidenses se entrenan en arrojar bombas sobre un recinto y disparan sus cañones.
El avión de Brett DeVries sufrió lo que se conoce como una 'tormenta perfecta' a causa de una serie de fallos en pleno vuelo que derivaron en una situación de emergencia.
Sin embargo, el problema más grave fue descubierto cuando Shannon Vickers, que se encargaba de pilotar otro avión, pasó por debajo de la aeronave de DeVries para evaluar los daños que había sufrido.
Los paneles de debajo del avión estaban dañados y no quedaba claro si DeVries sería capaz de desplegar su tren de aterrizaje o no, informa el portal Business Insider.
"En este momento la formación se puso de manifiesto. La formación es lo que te salva a ti y tu aeronave", dijo DeVries.