"Las cuentas de Brasil no pueden caer en un descontrol absoluto, tenemos que retomar y concluir la reforma del sistema de pensiones", aseguró el 3 de agosto el ministro de la Casa Civil [primer ministro], Eliseu Padilha, en declaraciones al portal de noticias G1.
El propio presidente Temer adelantó el 2 de agosto por la noche que continuaría con la agenda reformista, anunciando también modificaciones al sistema tributario, pocos minutos después de que la Cámara archivara la denuncia en su contra.
Sin embargo, la iniciativa –que obliga a modificar la Constitución, lo que exige un amplio consenso parlamentario—quedó en suspenso el pasado mes de mayo cuando estalló la crisis política al salir a la luz los audios que involucraban a Temer en delitos de corrupción.
La propuesta llegó a ser aprobada en una comisión especial en la Cámara, pero la tramitación se congeló, en parte por falta de los apoyos necesarios y en parte porque el Gobierno priorizó las maniobras políticas para conseguir apartar la denuncia que podría costarle el cargo al jefe de Estado.
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La reforma del sistema de pensiones prevé que los hombres se jubilen a los 65 años y las mujeres a los 62, y exige un mínimo de 25 años de contribución para acceder a una jubilación.
Lo mismo ocurrió con la reforma laboral, aunque esta sí logró aprobarse.
Algunos diputados del conservador Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), principal aliado del Gobierno, avisaron en su día de que votarían a favor de investigar a Temer, pero que eso no implicaba que fueran contrarios a las reformas.
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Por eso, en el entorno del presidente confían en que ahora que se superó el obstáculo de la denuncia los diputados del PSDB y de otros partidos aliados, que el miércoles votaron contra el presidente, puedan ahora mostrarse favorables a la reforma del sistema de pensiones.