En los tiempos que corren, es prácticamente imposible mantenerse al margen de las situaciones que desafían al ser humano. Los escenarios que amenazan la tranquilidad se traducen en estrés, y pasan factura a las personas en afecciones físicas, preocupaciones y angustias.
"El estrés es una respuesta normal del organismo ante situaciones que exigen un esfuerzo mayor de lo ordinario. Estamos construidos para hacerles frente y superar dificultades para desarrollarnos. Eso quiere decir que un cierto grado de estrés es necesario", explicó a Sputnik el José Luis González de Rivera, doctor en Medicina por la Universidad del País Vasco y director del Instituto de Psicoterapia de Madrid.
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Según el entrevistado, los análisis a los que se sometían los militares demostraron que aquellos en total quietud mostraban a partir del primer día "niveles de estrés elevados". En otras palabras, se podría decir que "el exceso de tranquilidad es estresante", ya que el ser humano "está construido para funcionar en un nivel de estimulación".
Para entender mejor esto es útil separar el estrés en dos niveles. El primero es el externo e incluye a las situaciones que ponen a prueba y exigen la superación propia. El otro, interno, se corresponde con los mecanismos orgánicos y psicológicos para hacer frente y responder a la situación.
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González de Rivera evocó los estudios de Hans Selye, un médico austríaco que desempeñó su carrera en Canadá y que hizo los primeros estudios sobre el estrés. El investigador lo dividió en dos: el 'eustress' —aquel beneficioso— y el 'distress' —el perjudicial—.
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"El 'distress' es perjudicial cuando supera los mecanismos de respuesta y entonces nos sobrecarga. Puede acabar teniendo efectos perjudiciales a corto o largo plazo. Sin embargo, el eustrés lo podemos entender como un entrenamiento, algo que nos fuerza para superar y desarrollar nuestra capacidad. Hay un punto crítico en el estrés a partir del cual se produce un fenómeno muy curioso: la reorganización del organismo desde el punto de vista psicológico", afirmó el entrevistado.
Según el director del Instituto de Psicoterapia de Madrid, a partir de una crisis aguda de estrés, la situación posterior puede ser peor que antes y generar un daño. Pero también puede ser mejor y fortalecer a los individuos, a través del desarrollo de la personalidad y la adquisición de nuevos mecanismos de hacer frente a las dificultades. E incluso de encontrarse con respuestas a problemas en las que uno jamás hubiera pensado.
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"Mi consejo es que ante una situación de estrés pensemos que más que una desgracia es una prueba, una oportunidad de entrenarnos para superar una dificultad. Y si no puedo, por lo menos he aprendido algo", aseveró González de Rivera.
"Hay veces que lo único que uno puede hacer es quedarse quieto, rezar y esperar a que la cosa pase, manteniendo la calma al máximo y procurándose el menor daño posible. Si es lo único que puede hacerse, no empeoremos las cosas con nuestras desgracias y nuestros autorreproches", ejemplificó el médico.
Las respuestas físicas del ser humano al estrés fueron moldeadas a lo largo de la evolución. El hombre primitivo estaba sometido a situaciones como fieras salvajes, falta de comida y tribus enemigas. La reacción, entonces, debía ser "sobre todo física": la contracción de los músculos, el aumento de la presión arterial y del ritmo cardíaco, con un agudizamiento del estado de vigilancia, ira y miedo.
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Hoy, no es usual que un ser humano se encuentre en la calle con un animal salvaje. Pero hay otras instancias que le pesan de igual manera, como "las dificultades laborales o el trato impersonal", que desencadenan reacciones que impactan en modo nocivo en la salud.
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"Llaman nuestra atención continuamente, no porque sean peligrosas, sino porque simbolizan algo. Todos los mensajes de móvil, las llamadas, las situaciones y decisiones que hay que tomar no son realmente de vida o muerte física como luchar contra un mamut o contra un tigre. Sin embargo, desde el punto de vista simbólico, la gente lo vive como situaciones de lucha. La respuesta fisiológica anticuada que tiene nuestro organismo no está pensada para esto", explicó González de Rivera.
De acuerdo con el terapeuta, la solución está en "desarrollar y activar mecanismos de calma, relajación, creatividad y amplitud de la mente", para hacer frente a ese tipo de estrés.