Actualmente, Turquía planea construir 22 nuevas presas en el sur de la región de Anatolia. Estos planes han provocado preocupación en Teherán, dado que los nuevos embalses podrían afectar a los dos mayores recursos acuáticos que abastecen a Irán: los ríos Tigris y Éufrates.
No obstante, el politólogo turco del Centro de Estudios Estratégicos de Oriente Próximo, Seyfi Kilic, considera que Turquía fue acusada erróneamente.
En declaraciones a Sputnik, el experto explicó que las causas del problema podían hallarse en la historia de la región y, en particular, en las acciones cometidas por el expresidente de Irak, Sadam Husein, que ordenó vaciar los pantanos que rodeaban la ciudad iraquí de Basra.
Husein perseguía con esta medida destruir la zona en la que vivía la comunidad chií de Irak que, según creía, brindaba apoyo a las fuerzas ocupantes de EEUU, que se encontraban en la región tras la guerra del Golfo (1991).
"Tomando en consideración el hecho de que la desertificación de los territorios [en Oriente Próximo] ocurrió durante el Gobierno de Husein, sería incorrecto acusar de ello a Irán y Turquía", dijo.
Además, Kilic subrayó que las acusaciones cruzadas no ayudan a encontrar una solución a la crisis.
"Si Turquía hubiera querido paralizar la solución del problema no habría firmado este protocolo. Tal critica a Turquía no puede ser tomada en serio".
Al mismo tiempo, Seyfi Kilic subrayó que los ríos Tigris y Éufrates tienen los suficientes recursos hídricos como para abastecer a Turquía, Irak y Siria siempre que sean consumidos de forma razonable.
"Yo no pienso que el problema con el agua dulce pueda conducir a un conflicto militar porque hay muchos ejemplos que demuestran que realizar un uso eficaz es el método más barato [para resolver el problema del agua], mientras que la guerra es una herramienta muy cara", concluyó.