El estudio, llevado a cabo por los investigadores Gustavo Lucena Gómez y David Andriot, se basó en la llamada teoría de las ondas gravitacionales, según la cual, cualquier acontecimiento espacial a gran escala, como una colisión de dos agujeros negros, provoca fluctuaciones del campo gravitatorio de la Tierra.
El Observatorio de detección de ondas gravitacionales LIGO (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory, en inglés), ubicado en EEUU, no es capaz de 'oír' las fluctuaciones de estas dimensiones invisibles. Sin embargo, los científicos italianos y franceses están trabajando en crear un nuevo detector, denominado VIRGO, que sí podría hacerlo. Asimismo, se está preparando una misión espacial llamada LISA (Laser Interferometer Space Antenna, en inglés), que permitirá detectar las ondas gravitacionales desde el espacio.