Como en toda gran aventura, a este ruso intrépido se le presentarían obstáculos que debería sortear. El primero llegó incluso antes de partir. No sabía conducir el tipo de motos necesarias para desafíos todo terreno, tampoco tenía licencia para conducirlas.
"No sabía manejar motocicletas construidas para atravesar caminos no aptos para otros vehículos. Mis amigos, al ver que yo tenía esta limitación dedicaron su tiempo y esfuerzo para enseñarme a hacerlo. Estoy muy agradecido", aclaró y agregó que este dato tuvo que ocultarlo a los sponsors que apoyaron viaje. A contrarreloj, obtuvo el carnet un mes y medio antes de encender el motor.
Este ruso a prueba de todo sobrevivió a la versión más peligrosa de malaria. En su trayecto recurrió a los cirujanos en dos oportunidades. Una vez porque se quebró el brazo, la otra por problemas con su rodilla. Su estómago le generó afectaciones en 10 oportunidades, de las cuales cuatro fueron en la India. Pinchó sus neumáticos cinco veces, tres en la República de Mali. Cambió 10 juegos de llantas, y lleva gastados unos 20.000 litros de combustible. Un día hizo 1850 kilómetros y otro día solo pudo avanzar 50 kilómetros.
"Viajando en la moto comprendí una cosa: lo más interesante comienza cuando sucede un imprevisto. Cuando todo está en regla no es interesante, pero cuando surgen los problemas comienza la parte interesante", señala, y agrega que al dejar su hogar iba en busca de lindos paisajes, pero resultó al conocer los distintos pueblos del mundo se dio cuenta que "lo más importante son las personas".
Para sustentar los costos del viaje contó con el apoyo de la Federación de Mototurismo de Rusia, la Sociedad Geográfica Rusa y de sus seres queridos, pero la devaluación del rublo en 2015 hizo que las cosas se complicaran. "Mis ingresos se achicaron muy considerablemente, muchos sponsors dijeron que ya no podían dar más apoyo. Parecía que tenía que volver a casa pero gracias al apoyo de mis amigos pude continuar", confiesa este personaje cuya historia fue replicada en varios medios de América Latina.
"Su figura puede generar polémica, pero nadie puede decir que no era justo consigo mismo. Además era motociclista", concluye. Oleg continuará su viaje por de sur a norte de América hasta llegar a Alaska, cruzará a Rusia y atravesará Siberia para volver a Moscú en agosto de 2018 y cumplir una deuda de honor: acompañar a su hija en el primer día de escuela primaria, el primero de septiembre de ese año.