Hacer del arte una forma de protesta en un país como Afganistán no es tarea fácil. Todavía menos si eres mujer. Pero esta afgana de 29 años ha querido romper moldes y se ha convertido en la primera mujer que, pintura en mano, convierte los edificios de Kabul devastados por la guerra en auténticas obras de arte reivindicativas.
La era de la comunicación está permitiendo a esta artista hacer llegar su mensaje a todo el mundo desde sus cuentas de Instagram y Facebook.
Shamsia nació en Teherán (Irán) en una familia de inmigrantes afganos. Acabó la carrera de Bellas Artes en la Universidad de Kabul, tras lo cual llegó a la conclusión de que su misión sería ofrecer a la gente arte completamente gratis. El 'leitmotiv' de Shamsia es que "el arte es mejor que la guerra". Una revisión del "haz el amor, no la guerra" en versión siglo XXI.
La joven habló con Sputnik sobre el reto que supuso encontrar a personas que compartiesen sus ideas en un territorio en el que separarse de la masa y alzar la voz resulta peligroso.
"Algunos me acusaban de que, con mis dibujos, lo único que hacía era manchar las paredes. Otros me culpaban de que los grafitis solo son arte y de que no tienen nada que ver con el Islam".
Pero Shamsia continuó decorando de ideas la capital de Afganistán para recordar el desastre que han supuesto para su país los intereses extranjeros durante la guerra y el silencio y la impotencia de las autoridades, incapaces de detener el derramamiento de sangre y de poner fin a la miseria del pueblo afgano.
"Al principio era la única que dibujaba grafitis, pero ahora en Afganistán ya hay unos cuantos artistas más con los que mantengo el contacto".
El arte de Shamsia no solo ha traspasado fronteras a través de las redes sociales. Las imágenes de sus grafitis se han expuesto en varias exposiciones y Embajadas de la India, Irán, Alemania e Italia.
Una de las ideas que Shamsia quiere reivindicar a través del arte es la situación de la mujer en su país y los pocos derechos de los que disfrutan.
"Mucha gente cree que llevar o no burka es el único problema de las mujeres afganas. Pero es que no tienen acceso a la educación. Aquí está el principal problema. Tenemos que concentrar nuestros esfuerzos en los problemas reales. Claro que me resulta difícil cambiar la forma de pensar de la gente haciéndolo sola, pero creo que al menos así estoy mejorando, aunque sea un poco, la situación de las mujeres afganas", subraya.
Otra dificultad a la que se enfrenta Shamsia radica en que tiene que planear sus dibujos de antemano hasta el mínimo detalle, puesto que es importante no estar en el sitio donde lo está dibujando un segundo más de lo estrictamente necesario.
"Trabajar en los bocetos me lleva unos dos o tres meses. A veces no puedo ir a un barrio en concreto por razones de seguridad y otras porque la propia gente me lo impide".
Pese a todas las dificultades con las que tiene que lidiar, no piensa tirar la toalla. Mientras haya esperanza en que las aguas en Afganistán vuelvan a su cauce y en que las mujeres recuperen todos sus derechos, seguirá luchando, expresa Shamsia.
"Seguramente incluso me detendrán. Kabul es muy peligroso para quienes dibujamos gratifis, pero nada de eso me da miedo".