"El premio de la Unesco es extraordinario, pero lo más importante es que el Estado brasileño haya tenido la valentía de presentarse ante el mundo defendiendo este símbolo de la diáspora africana; el Estado brasileño honró su matriz africana", proclamó entusiasmado el antropólogo Milton Guran en Río de Janeiro, en la celebración por la consecución de este reconocimiento mundial.
El experto celebró la decisión de la Unesco conocida junto a otros impulsores de la candidatura, activistas del movimiento negro y entidades culturales como el bloco de afoxé Filhos de Gandhy.
El Cais (Muelle) do Valongo fue la principal puerta de entrada de los esclavos en América: algunos historiadores apuntan que aquí desembarcaron entre 500.000 y un millón de africanos, mientras que otros elevan la cifra hasta los dos millones.
En los restos, ahora preservados en una plaza peatonal, hay dos tipos de piedras: las más bajas forman parte del muelle original construido en 1811 para recibir los barcos negreros, lejos de la por entonces más céntrica y pudiente Praça XV.
La parte superior del yacimiento corresponde a una reforma que se hizo para recibir a la princesa Tereza Cristina de Bourbon, que llegó a Río de Janeiro en 1843 para casarse con el emperador portugués Pedro II.
Los investigadores que promovieron el reconocimiento esperan que sirva no sólo para fomentar la recuperación de la historia o impulsar el turismo cultural, sino también para remover las heridas que la esclavitud dejó abiertas en la actual sociedad brasileña.
"No podemos olvidar a los esclavos, toda la fuerza espiritual que habita aquí, pero también tenemos que reflexionar sobre por qué los jóvenes negros de hoy son asesinados cada día; este lugar tiene que ser un lugar político, comprometido con el rescate de una cultura", apuntó a Sputnik la historiadora Monica Lima, del grupo de trabajo de preparación de la candidatura.
El actual ayuntamiento de Río de Janeiro prometió crear el Museo de la Esclavitud y la Libertad (MEL es su nombre provisional) justo enfrente de los restos arqueológicos, en un enorme almacén portuario que también tiene una importante carga simbólica, puesto que fue construido por el abolicionista André Rebouças, considerado el primer ingeniero negro de Brasil.
Sin embargo, los restos más significativos no se encontraron en el antiguo muelle, sino en una casa situada a poco menos de un kilómetro del yacimiento; sus propietarios descubrieron por sorpresa que vivían justo encima de un enorme cementerio de esclavos.
"Ahora todo esto ya no es solo nuestro, es de muchísimos países, sobre todo de los africanos, que lucharon mucho por este reconocimiento", explicó en declaraciones a Sputnik Merced Guimarães, la dueña de la casa donde se descubrió la fosa común en la que se arrojaba a los africanos que no resistían el largo viaje y morían al poco de desembarcar.
Con el paso del tiempo allí se creó el Instituto dos Pretos Novos (IPN), que durante 12 años ha conseguido mantener viva la memoria del pasado esclavista no sin grandes dificultades, ya que las autoridades no siempre han estado a la altura de las circunstancias, lamenta Guimarães.
En su opinión puede que el nombramiento de la Unesco ayude a cambiar la percepción que las autoridades y la sociedad brasileña en general tienen hacia las raíces africanas del país, aunque desconfía: "Brasil no está acostumbrado a esto; estoy cansada de ver cosas que empiezan y luego nunca se terminan".
Antes que el muelle de los esclavos la "Ciudad Maravillosa" ya fue condecorada por la Unesco en 2012 como Paisaje Cultural de la Humanidad, un título inédito hasta entonces basado en la interacción de su belleza natural con la intervención humana.