Susan Graham ha ayudado a construir un sistema de drones que puede escanear la tierra, identificar lugares ideales para cultivar árboles y luego disparar semillas que germinan en el suelo. La ventaja de los drones, además de su velocidad, es su capacidad para plantar en áreas previamente imposibles de alcanzar, como colinas escarpadas.
La empresa de Graham, BioCarbon Engineering, cuenta con el respaldo de uno de los mayores fabricantes de drones del mundo. Ahora tiene su base en Oxford (Reino Unido) y colabora con un equipo internacional que incluye a un exingeniero de la NASA que trabajó en la búsqueda de vida en Marte.
Graham destaca que nuestro planeta pierde 15.000 millones de árboles cada año.
"Aunque plantamos alrededor de 9.000 millones de árboles anuales, eso deja un saldo negativo neto de 6.000 millones de árboles. La tasa de replantación es demasiado lenta", lamenta la investigadora.
El año pasado, la 'startup' estadounidense DroneSeed ya había propuesto encomendar la replantación de árboles a los drones. El proyecto podría ser interesante tanto para la industria forestal privada como para otra necesidad más inmediata: la siembra de árboles después de los devastadores incendios forestales.