"(Glazunov) será recordado como uno de los grandes retratistas de los últimos dos siglos, pero lo suyo apuntó a algo más que eso; apuntó a configurar un atlas de sueños, crepúsculos y accidentes históricos exhibiendo la psicología de los protagonistas que tensaron los hilos de la época", dijo el académico.
"Lo noble estaba en una fisonomía, como un indicio que se exteriorizaba en el rostro y que podía exhibir desde sí a ciertos hombres como 'reales'; su realismo estaba precisamente en esto, en retratar las marcas de esos rostros y de esos cuerpos que hablaban involuntariamente de una relación verídica o dubitativa con los compromisos que habían previamente asumido", detalló Galende.
Galende se refirió al retrato que el pintor ruso hizo del presidente socialista chileno, Salvador Allende (1970-1973), diciendo que Glazunov expresó una cierta religiosidad en la pintura que dedicaba a líderes como él.
"Sus retratos no serían hoy tan habituales precisamente por lo mismo, aunque algunos lo realicen, no es común por razones que tiene relación con el género mismo de la pintura, que ha ido avanzando en direcciones que no tiene a bien concentrarse en los grandes líderes", indicó Galende.
Según comenta Galende, la obra de Glazunov jugaba a ser deliberadamente anticuada y en eso residía justamente su novedad.
"En sus pinceladas había un cierto trasfondo cristiano, pero este trasfondo era su filosofía llana, inmediata, una de la que se valía intuitivamente a la hora de repartir el alma humana entre fuerzas demoníacas y fisuras esperanzadoras", aseguró el experto.
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Glazunov fue un pintor ruso, célebre por sus retratos de famosos líderes políticos como Indira Gandhi, Leonid Brezhnev o Fidel Castro, que falleció el pasado 9 de julio a los 87 años.
Entre sus obras destacó un retrato hecho al presidente de Chile Salvador Allende (1970-1973).