"Vamos a seguir trabajando con el Gobierno mexicano para reducir el consumo de drogas en Estados Unidos", dijo Kelly al concluir una gira de tres días en México.
Kelly realizó, con autoridades de la fiscalía federal, un inusitado sobrevuelo sobre plantaciones ilegales de amapola en las montañas del estado de Guerrero (suroeste), donde se cultiva al menos la mitad de droga utilizada para producir opiáceos que se destinan casi totalmente a EEUU.
Ambos países comparten retos en temas de migración, seguridad fronteriza y crimen organizado, "más allá de las diferencias", dijo Osorio.
El llamado "enfoque de corresponsabilidad" que enfatiza el Gobierno mexicano, considera la cadena producción, tráfico, venta y consumo para "reforzar los canales de comunicación e intensificar el intercambio de información de inteligencia y de acciones conjuntas", reseñó el encargado de la política interna mexicana.
Seguridad regional
El crimen organizado seguirá creciendo "si nuestros dos países no trabajan juntos", enfatizó Osorio.
Osorio dijo que serán reforzadas las acciones en la "repatriación ordenada" de los mexicanos a través de puntos fijos, "en condiciones dignas y seguras", sin mencionar el endurecimiento de las políticas antiinmigrantes de Trump.
El Gobierno mexicano considera que la reciente Conferencia sobre Prosperidad y Seguridad en Centroamérica, realizada el 15 y 16 de junio en la ciudad estadounidense de Miami (sur), "es un ejemplo exitoso de los esfuerzos conjuntos para enfrentar los retos y aprovechar las oportunidades de la región en materia económica, migratoria y de seguridad".
En una reunión con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, ambas partes acordaron el miércoles "trabajar para combatir al crimen organizado transnacional, a partir del enfoque de corresponsabilidad, que ambas naciones han reconocido", dijo la Presidencia.
Kelly mencionó en aquella ocasión, ante Peña Nieto, "el alarmante flujo migratorio procedente de Centroamérica".
Esa corriente migratoria provocó el incremento de las detenciones en la frontera sur estadounidense a unas 200.000 personas ilegales anuales, según estadísticas del Gobierno estadounidense.