Los dos países "se oponen a toda declaración o acción que puedan intensificar o agravar las contradicciones, llaman a todos los Estados involucrados a la contención, así como a renunciar a las acciones provocativas y a la retórica belicista, y a mostrar la disposición al diálogo sin condiciones previas", dice el comunicado.
Moscú y Pekín "se oponen a la presencia militar de las fuerzas extrarregionales en el Nordeste Asiático y su incremento bajo el pretexto de contrarrestar los programas nucleares y de misiles de Corea del Norte", señala.
Lea más: Corea del Sur previene al Norte de cruzar una "línea roja"
Los dos países proponen a Corea del Norte "imponer una moratoria a las pruebas de los explosivos nucleares y a los ensayos de misiles balísticos, y a Corea del Sur y EEUU, abstenerse de realizar maniobras conjuntas de envergadura".
Moscú y Pekín, preocupados por la crisis en la península de Corea, llamaron a la comunidad internacional "a apoyar esta iniciativa que allanará el camino real a la resolución de los problemas de la península de Corea".
Pyongyang anunció el 4 de julio un exitoso ensayo del misil balístico intercontinental Hwasong-14 que según el comunicado oficial se elevó a una altitud de 2.802 kilómetros durante 39 minutos de vuelo y cayó a una distancia de 933 kilómetros en el mar del Este, dentro de la zona económica exclusiva de Japón.
En julio de 2016, Corea del Sur y EEUU lograron un acuerdo para desplegar en territorio surcoreano una batería THAAD, que se hará operativa a finales de 2017 como muy tarde.
Tanto Seúl como Washington afirmaron reiteradamente que el THAAD solo pretende contrarrestar la amenaza norcoreana, pero Pekín y Moscú sospechan que en el fondo EEUU busca aumentar su presencia en la zona y monitorear sus defensas.
Vídeo: ¿Se inicia una nueva carrera armamentística? Corea del Sur lanza un misil balístico
Las negociaciones sobre la desnuclearización de la península que las dos Coreas, China, Japón, Estados Unidos y Rusia desarrollaron de 2003 a 2007 siguen paralizadas desde 2009 cuando Pyongyang, molesto por el recrudecimiento de las sanciones internacionales en respuesta a sus pruebas nucleares y de misiles, se negó a continuar el diálogo.