Saliendo al paso de las declaraciones del secretario de Defensa británico, Michael Fallon, de que el nuevo navío debiera dar "envidia" a Rusia con su "vetusto" portaviones Almirante Kuznetsov, el portavoz señaló que el HMS Queen Elizabeth es en realidad una nave madre capaz de operar aviones cuando va acompañada de otros buques de guerra, submarinos y barcos auxiliares.
"A diferencia del crucero portaviones Almirante Kuznetsov, dotado de misiles antiaéreos, antisubmarinos y, lo que es fundamental, sistemas antibuque Granit, el portaviones británico no es más que un blanco naval cómodo de gran tamaño", subrayó el general ruso.
El HMS Queen Elizabeth, que tiene 280 metros de eslora y desplaza 65.000 toneladas, zarpó el 27 de junio del puerto de Rosyth, en Escocia, para iniciar pruebas en alta mar que se prolongarán por dos años.
Se trata del mayor buque de guerra jamás construido para la Real Marina británica.
Los astilleros de Rosyth tardaron más de ocho años en construir este portaviones, al que se sumará dentro de dos años el segundo, HMS Prince of Wales.
El coste de los dos buques se estima en torno a 6.000 millones de libras esterlinas, o unos 7.650 millones de dólares.
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El portaviones Almirante Kuznetsov, el único de que dispone Rusia, regresó el 9 de febrero pasado a su base de Severomorsk tras una travesía de cuatro meses que incluyó dos meses de misiones de combate en Siria, para someterse a reparaciones y a un proceso de modernización.
El navío, que se incorporó a la Armada rusa en 1991, mide 302 metros de eslora y 72 de manga; desplaza 55.000 toneladas, tiene velocidad máxima de 29 nudos, autonomía de 8.000 millas náuticas, 1.960 tripulantes y capacidad para alojar más de 50 aviones y helicópteros.