Unos 5.000 casos nuevos se diagnostican a diario y más de 1.300 yemeníes han muerto ya debido a este brote, de ellos la cuarta parte son niños. Se calcula que la cifra real de enfermos podría ser de 200.000, contando los aún no confirmados.
Según las organizaciones, esto "es la consecuencia directa de dos años de intenso conflicto. El colapso de los sistemas de salud, agua y saneamiento ha dejado a 14,5 millones de personas sin acceso regular a agua limpia y saneamiento, lo cual aumentó la capacidad de la enfermedad para propagarse".
"Las crecientes tasas de desnutrición han debilitado la salud de los niños y les han hecho más vulnerables a la enfermedad. Se estima que 30.000 trabajadores sanitarios locales especializados, que juegan el papel más importante para acabar con este brote, llevan casi diez meses sin cobrar su salario", asegura la información difundida por la OMS y Unicef.
Ambas instituciones llamaron a las partes a que "terminen con este devastador conflicto" y solicitaron a las autoridades yemeníes hacer más esfuerzos para detener la epidemia.