Según los especialistas, se trata de una mina alemana magnético-acústica de lanzamiento aéreo. El proyectil se descubrió a una profundidad de unos 17 metros.
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Debido a la potencia explosiva no se pudo detonar en el lugar, así que los buzos trasladaron la peligrosa arma más allá de las cercanías de la línea costera en condiciones adversas de visibilidad y de corrientes de agua.
Finalmente, el mortífero legado de la guerra se detonó sin dañar a nadie. La operación la grabaron los participantes.