"Siempre pensábamos que el hielo de la Luna debía concentrarse en lugares [oscuros] donde la temperatura era suficientemente baja como para que se formasen depósitos, pero en realidad no siempre es así", explica Matthew Siegler, del Instituto de Ciencias Planetarias de Tucson (Estados Unidos).
Las sondas LRO y LCROSS ya encontraron vestigios de hielo y de agua en el cráter Cabeus, situado en el polo sur de la Luna. Según los expertos, en zonas lunares en las que nunca ha incidido la luz solar —en la cara oculta del satélite— las capas de escarcha tendrían que existir eternamente. Pero en 2012 la LRO detectó hielo en las partes más esclarecidas de los cráteres lunares.
El descubrimiento resulta relevante porque hasta ahora los expertos rusos y la NASA solo habían buscado depósitos de hielo en los cráteres más oscuros y fríos, aquellos en los que los rayos solares no penetran nunca. La sonda LRO demuestra ahora que la escarcha también está presente en las zonas más claras y cálidas del satélite, aumentando el 'misterio' de la presencia del agua congelada en la Luna.