"El diálogo entre el Gobierno y la oposición no puede ser concebido como un espectáculo que sea transmitido a través de las cámaras de televisión, o difundido a través de un micrófono de radio, un diálogo, para que sea verdaderamente sincero y honesto, debe ser a puerta cerrada", dijo De Michele.
La internacionalista y profesora de la Universidad Central destacó la necesidad de que quienes participen en el diálogo no hablen constantemente a sus audiencias, y menos en un ambiente político como el de Venezuela, en el que la población está "tan polarizada y radicalizada".
La última reunión plenaria tuvo lugar el 12 de noviembre de 2016, y en ella se acordó, entre otras cosas, trabajar por la paz, sumar esfuerzos para combatir "la agresión a la economía" nacional y superar el estancamiento generado por la declaración de desacato a la Asamblea Nacional (parlamento unicameral).
La oposición no acudió a la convocatoria del 6 de diciembre, ni a la del 13 de enero, alegando que el Gobierno no había cumplido con su parte del acuerdo.
Llamado al diálogo
El 25 de mayo el presidente Nicolás Maduro llamó a algunos líderes de la oposición a sentarse a dialogar sobre la paz y la democracia del país.
"Yo ratifico (…) mi voluntad inmediata a sentarme a conversar, a dialogar con todos los sectores políticos de la oposición sobre los grandes temas del país, sobre la paz, la democracia y el futuro de Venezuela", dijo Maduro en un discurso transmitido por el canal estatal Venezolana de Televisión.
Sin embargo, los líderes opositores ven con desconfianza la oferta, pues sostienen que el Gobierno busca elegir mediadores para su conveniencia.
Legitimidad de mediadores
"En cualquier controversia que se trata de resolver con la participación de terceros, a través de la figura del mediador o del buen oficiante, es imprescindible que ese tercero, o ese grupo de terceros sean escogidos en consensos entre todas las partes involucradas en la controversia; ese no ha sido el caso de Venezuela", expresó.
Los facilitadores del fallido diálogo fueron los exgobernantes José Luis Rodríguez Zapatero, de España, Leonel Fernández, de República Dominicana, Martín Torrijos, de Panamá, Ernesto Samper, de Colombia, y un enviado del Vaticano.
De Michele considera que la participación de cualquier país debe ser valorada, siempre que se tenga en cuenta la aprobación de los dos sectores involucrados.
"Es válida la participación de cualquier país, pero es importante que sea por consenso (…) porque eso es lo que a mi modo de ver contribuyó en buena medida al fracaso de la primera ronda", agregó.
El apoyo de Rusia no ha sido ponderado por el Gobierno Venezuela como una de las primeras opciones, porque Caracas ha decidido mantener la mediación en el ámbito del contexto latinoamericano, observó la analista.
"No lo descarto porque si revisamos la historia encontramos que mientras la guerra se estaba librando en un campo de batalla, en otras ciudades, a millas de distancia, se estaba negociando la paz entre las partes en conflicto. ¿Por qué en Venezuela tendría que ser diferente? Si bien no es un conflicto internacional, existe es un conflicto interno", expuso.
Reconstrucción de la confianza
El primer punto en la agenda, en su opinión, debe ser la reconstrucción de la confianza "que definitivamente en este momento no existe".
"Es imprescindible que ambas partes pongan sobre la mesa evidencias de su verdadera disposición de ganarse la confianza del adversario, que el Gobierno lo haga y que la oposición lo haga, eso es fundamental para poder avanzar en cualquier proceso de diálogo", expuso.
Además, observó, el Gobierno ha presentado nuevas propuestas, como la Asamblea Nacional Constituyente, que jamás estuvieron en la Constitución.
En ese aspecto, si no se logra restablecer la confianza, cualquier cosa que se ponga sobre la mesa resultará infructuosa, concluyó.