El 20 de abril, el Tribunal Supremo de Rusia declaró al Centro de Dirección de los Testigos de Jehová —su organización jurídica principal en el país eslavo— como extremista y prohibió su labor en Rusia, además de incautar sus bienes.
"Ahora observamos un fuerte ataque contra Rusia vinculado con el veredicto sobre los Testigos de Jehová. Tratan de presentarlo como 'la lucha contra una fe', pero esto es falso", afirma el profesor.
El veredicto no tiene que ver con el tema de la fe ni la prohíbe, sino que se refiere a una entidad jurídica que manejaba "enormes recursos financieros" para reclutar agresivamente a nuevos miembros y "limitar sus derechos civiles".
En general, los seguidores de esta rama religiosa se someten a un estricto control por parte de la organización matriz y, a menudo, los nuevos reclutas ingresan en las filas de los Testigos "por engaño".
"Nadie impide ni prohíbe que [los seguidores] se reúnan, profesen una fe o discutan sobre sus creencias. Pero, personalmente, creo que próximamente la cantidad de miembros de los Testigos de Jehová [en Rusia] disminuirá considerablemente. Sin la base financiera, ya no se podrá invertir tanto en la conversión de nuevos adeptos y la expansión, y los miembros existentes perderán su interés con el tiempo", afirmó Dvorkin.
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Los defensores de los derechos humanos, también los de otros países, "apenas se ocupan de los casos de las víctimas de las sectas [en Rusia]". Resulta que protegen más a las organizaciones que los violan que a los ciudadanos afectados, observó el experto ruso, que se basó en su experiencia a la hora de comunicarse con organizaciones internacionales defensoras de los DDHH.