Varios psicólogos investigaron el comportamiento de unas decenas de aficionados al alcohol.
La mitad de los participantes tenía que emborracharse fuertemente, mientras la otra — solo observar su reacción y los cambios de su comportamiento. Además, los mismos alcoholizados tenían que registrar sus sensaciones.
"Quedamos sorprendidos de que las ideas de las personas ebrias y las que les rodeaban sobre cómo había cambiado su comportamiento, se diferenciaran tanto. Los participantes de nuestra prueba pensaban que habían cambiado los cinco componentes clave de su personalidad pero los observadores decían que había cambiado solo el nivel de su extraversión", declaró Winograd.
Según resultados de los expertos, los ebrios consideraban que su conducta había cambiado mucho y que eran menos responsables, abiertos a nuevas sensaciones, menos propensos al cambio de humor y más extrovertidos.
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Mientras tanto, los observadores se dieron cuenta solo de la última transformación. Les parecía que sus amigos borrachos se hacían más insistentes en las discusiones, comunicativos y activos, mientras los otros cambios casi no se notaban.
Los científicos se proponen repetir próximamente las pruebas en bares verdaderos para volver a comprobar los resultados y entender si la atmósfera del laboratorio habría podido afectarlos.