La controvertida ley fue aprobada por 48 votos a favor y 41 en contra tras un acalorado debate en el Parlamento.
El diputado Avi Ditcher, del Likud, partido mayoritario de la derecha israelí, e impulsor de la nueva versión de la ley, calificó su aprobación preliminar de "gran paso para establecer" la identidad judía de los creyentes en Israel.
La ley no subordina la democracia al carácter judío del estado de forma directa, como hacía en una versión previa.
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Pero los que se oponen a ella consideran que igualmente relega la democracia al definir a Israel como hogar del pueblo judío y establecer que el derecho de llevar a cabo la autodeterminación es solo de los judíos.
Si la propuesta se acaba aprobando en última instancia, se convertirá en ley básica y entrará a formar parte del cuerpo central de leyes equivalentes a la constitución.
Según la líder del partido israelí de izquierdas Meretz, Zehava Galon, la ley es "una declaración de guerra contra los ciudadanos árabes israelíes y contra Israel como sociedad democrática y adecuadamente gobernada".
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, defendió la iniciativa y aseguró que "no hay contradicción entre la ley y la igualdad de derechos para todos los ciudadanos israelíes".