Sin embargo, en caso de que haga falta poner en práctica el plan, el Ejército de Estados Unidos se enfrentaría a una serie de graves problemas, advierte Ricks.
Con un ataque preventivo resulta imposible garantizar la destrucción de los misiles y ojivas ocultos en los túneles de terreno montañoso. Al mismo tiempo, los ataques aéreos, la guerra electrónica y otras medidas son probablemente capaces de reducir seriamente la posibilidad de lanzamiento de misiles por parte de Pyongyang.
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Si tuviera lugar un avance hacia el norte, Estados Unidos se enfrentaría a la necesidad de suministrar alimentos a la población y mantener el orden en las zonas ocupadas. Aunque se consiga convencer a la ONU de introducir el contingente pacificador, la logística recaería de todas maneras sobre los hombros de EEUU, opina el autor.
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Asimismo, Ricks considera que muchos norcoreanos no estarían contentos con la caída de los Kim. Si la parte nororiental del país rechaza el alto el fuego, no sería suficiente el contingente pacificador para finalizar la operación. EEUU sabe muy bien qué consecuencias acarrearía una prolongada guerra en la región asiática, concluye el periodista.