"Fui porque me gusta conocer lugares donde han ocurrido hechos que marcan la historia. Chernóbil fue la peor catástrofe radioactiva del mundo, un sitio que quedó inhabitable por 24.000 años", dijo a este medio Morello.
El accidente ocurrió durante una prueba experimental en el reactor 4 de la central que produjo el sobrecalentamiento del núcleo. La cantidad de tóxicos liberada por la explosión forzó al gobierno de la Unión Soviética a la evacuación de 116.000 personas y desató la alarma internacional por rastros de radiactividad que llegó al menos a 13 países de Europa central y oriental.
Durante la explosión murieron tres empleados de la planta y más de 300 personas recibieron enormes dosis de radiación. En los tres meses posteriores fallecieron 28 individuos por Síndrome de Radiación Aguda (ARS). Durante los trabajos de descontaminación posteriores al accidente unas 600.000 personas recibieron dosis de radiación.
En diciembre de 2016, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución que designaba el 26 de abril como el Día Internacional de Recordación del Desastre de Chernóbil.
Para el periodista, quien realizó el recorrido con un dosímetro para medir la radiación absorbida durante el trayecto, el sitio es uno de los más atractivos del mundo porque es un lugar donde "la naturaleza volvió a apropiarse de lo que le pertenecía".
"Hoy es un lugar desolado. Hay zonas a las que directamente no se puede acceder por el nivel de radiación. Cuando fui estaban a punto de poner el sarcofago [cúpula de acero que previene fugas nucleares] sobre el reactor número cuatro. A los 20 días lo habían colocado por completo. Tiene una vida de 100 años porque la radiación se lo va comiendo de adentro para afuera", explicó Morello.
El 'Nuevo Sarcófago Seguro', como se lo denominó, fue inaugurado en noviembre de 2016. Se trata de la mayor estructura móvil construida hasta la fecha en el mundo. Tiene 110 metros de alto, 150 de ancho y 256 de largo, y pesa más de 30.000 toneladas. Fue financiado por el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) y la colaboración de 28 países.
Ir al sitio de la explosión es algo "impresionante porque todo está tal cual como cuando ocurrió. La gente se fue pensando que volvía al rato y nunca más volvió. Hay ropa colgando entre los hierros. Uno de los problemas fue que el gobierno de la URSS intentó encubrir todo, por ello la gente estuvo expuesta más tiempo a la radiación. La ciudad próxima, Pripyat, donde vivía la mayor parte de los trabajadores comenzó a ser evacuada recién a las 48 horas de la explosión", señaló Morello.
"Recorrimos los edificios y casas de la gente. Es una sensación muy rara. Una de las cosas que más me impactó fue ver las máscaras de gas en la escuela primaria. Pripyat era presentada por la URSS como un lugar ideal para vivir, era la vida perfecta. El lugar perfecto donde todo salió mal", indicó el locutor. "Ahora están naciendo generaciones de personas que tienen altos riesgos de padecer cáncer y malformaciones. Los llaman ‘los nietos de Chernóbil'", aseguró el periodista.
En la actualidad el sitio está deshabitado, vallado y militarizado. No se puede acceder sin un permiso especial. Al visitarlo hay normas rigurosas. Se debe ir con calzado de goma con suelas gruesas, abrigo que cubra la mayor cantidad del cuerpo, no se puede beber ni comer durante el recorrido y lo que cae al piso no puede ser recogido. Una de las recomendaciones al finalizar el circuito es deshacerse de la ropa utilizada durante el tour.
"Chernóbil debería haber dejado un aprendizaje: ‘El hombre no debería manipular ese tipo de energías tan poderosas'. A juzgar por lo ocurrido en Fukushima [accidente nuclear de ocurrido en la Central nuclear japonesa el 11 de marzo de 2011, considerado como el peor desde el desastre ucraniano], la humanidad no aprendió la lección", concluyó.