En ese sentido, la relación entre la forma de los objetos y su nombre parece ser más significativa de lo que muchos lingüistas consideraban en el pasado.
Uno de los ejemplos más famosos es el efecto bouba/kiki, descubierto por el psicólogo Wolfgang Köhler en 1929, que se ha vuelto a poner de modas gracias a otros experimentos que han reforzado la idea de que la forma y el nombre de los objetos están íntimamente relacionados.
El efecto bouba/kiki
Observa la siguiente imagen y responde: ¿cuál de estas figuras es bouba y cuál es kiki?
Si has decidido que la figura puntiaguda es kiki y la figura redondeada es bouba, has respondido de la misma forma que la gran mayoría de los encuestados.
La razón de este interesante fenómeno, para algunos lingüistas, reside en que los fonemas de una palabra como bouba son bilabiales, sonoros, abiertos, obligando a los labios a tomar una forma redondeada, mientras que los sonidos de una palabra como kiki son velares, sordos, cerrados, haciendo que los labios formen una figura más puntiaguda.
Una disputa ancestral
Esto podría sugerir que los nombres de los objetos no son completamente arbitrarios, como sugirió en su momento el lingüista Ferdinand de Saussure, sino que podrían verse afectados por los llamados 'mapas sinestésicos', un sistema de relaciones neuronales no arbitrarias entre sonidos, objetos, estado de la materia, colores y eventos, entre otras cosas.
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 18 декабря 2016 г.
Curiosamente, esta disputa ya había estado de moda en la época de Platón. En el diálogo de Crátilo, escrito aproximadamente en el año 360 a.C., el famoso filósofo expuso el punto de vista de quienes creían que los sonidos contienen la esencia de aquello que nombran y el punto de vista de quienes consideraban que la relación entre el nombre y lo nombrado es completamente arbitraria.
En ese entonces, el filósofo no se decantó por ninguna de las dos teorías y rechazó el estudio del lenguaje por considerarlo filosóficamente inferior al estudio directo de los objetos.
La percepción polisensorial
Pero además del efecto bouba/kiki, otros investigadores han encontrado relaciones entre los sabores y las formas, explica la BBC.
Más aún, el sabor, la forma, el color, la textura, la música y otros factores externos no se limitan a estimular los sentidos con los que están directamente relacionados sino que también afectarían a otros sentidos.
Extrapolando esto a un nivel más abstracto, algunos lingüistas manejan la hipótesis de que nuestro lenguaje podría ser un reflejo (al menos en parte) de la percepción polisensorial del mundo de nuestros antepasados.