"La guerra es el fracaso de la diplomacia"
John Dingell, político estadounidense
El sobresalto mundial resulta comprensible, pero exagerado a la luz de la historia reciente. Resulta comprensible porque cualquier desencuentro entre dos países con capacidad para utilizar armamento atómico no debe ser minimizado y menos porque el invierno (o infierno) nuclear no reconoce fronteras; resulta exagerado porque lo que no ocurrió en la Cuba de Fidel Castro a inicios de los años sesenta del pasado siglo, lo que no ocurrió en el Medio Oriente en 1990 tras la invasión y anexión de Kuwait por Sadam Husein, lo que no ocurrió en el 2003 durante la Segunda Guerra del Golfo cuando una coalición de países encabezados por Estados Unidos invadió Irak, no va a ocurrir ahora en un país con escasos aliados y huérfano de amigos: una escalada de la crisis que la convierta en un conflicto mundial susceptible al empleo de armas atómicas.
Eso lo sabe muy bien Donald Trump, quien podrá hacer dejación de la "política de paciencia estratégica" enarbolada por la administración de Barack Obama, pero nunca dejará de pensar como el hombre de negocios que es por encima de su empleo temporal como presidente de los Estados Unidos. No lo habrá leído, pero coincidirá con su homólogo Bill Clinton en que "cuanto más complejas se vuelven las sociedades, y más complejas son las redes de interdependencia dentro y fuera de los límites de las comunidades y las naciones, un mayor número de gente estará interesada en encontrar soluciones de suma no nula. Esto es, soluciones ganancia-ganancia en lugar de soluciones ganancia-pérdida"
Atrapados con salida
Por demás, me atrevo a insinuar que el programa nuclear de Corea del Norte es menos un fundamento de su defensa que una calculada moneda de cambio de cara a futuras conversaciones. No me causaría extrañeza que, parejamente a lo ocurrido en el caso de Irán, en una contingente ronda de diálogos, Corea del Norte supedite la detención de sus alardes coheteriles y de su programa nuclear al levantamiento de las sanciones internacionales en su contra.
¿Mucho ruido y pocas nueces? Mejor aún: mucho ruido (amenazas) y nada, afortunadamente, de nueces (nucleares).
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK