Los pocos sobrevivientes deambulan por las calles destrozadas de la ciudad con bultos, bolsos o con carretillas con cargas apiladas a toda prisa, con todo aquello que lograron rescatar bajo el fuego de los terroristas de Daesh (grupo terrorista autoproclamado Estado Islámico, prohibido en Rusia y otros países).
"Gracias a Dios, logramos escapar después de que los militares tomaron nuestro barrio", comenta un joven que huye junto a su padre y su hermano de la zona occidental de la ciudad.
Sin embargo, no todos los habitantes de la ciudad tratan de escapar a los campos de refugiados, en el barrio Al Tayaran, al este de Mosul, que no sufrió en extremo las consecuencias de los combates, cientos de personas esperan en las calles la llegada de la ayuda humanitaria.
Los agentes de la policía federal de Irak piden a hombres y mujeres separarse en dos grupos y esperar sentados en una de las plazoletas del barrio.
"Hace más de un mes que expulsaron a Daesh de aquí, pero hasta ahora no hay ni agua ni electricidad, ninguno de los funcionarios locales ha venido a nosotros, en algunas casas todavía quedan cadáveres de extremistas, podría desatarse una epidemia en cualquier momento", comenta al corresponsal de Sputnik Ahmed Salim, de 40 años.
Tras quejarse de la situación actual, el hombre relata cómo los extremistas requisaron durante su retirada todos los vehículos de la zona para convertirlos en coches bomba y cómo ejecutaron en el mercado a 75 personas por intentar escapar.
Las filas ordenadas de hombres y mujeres se deshicieron inmediatamente pese a las órdenes de los policías en cuanto llegaron los vehículos con la preciada carga.
De los camiones salieron milicianos chiíes que combatieron contra Daesh y comenzaron a sacar las cajas con víveres.
"Trajimos la ayuda humanitaria de la provincia de Di Kar, es un regalo de los religiosos chiíes a los habitantes de Mosul, que los habitantes de la ciudad, nuestros hermanos, sepan que queremos ayudarlos en medio de la desgracia", comentó un miliciano llamado Abbas.
Con sus cargas a cuesta, en carretillas unos, a la espalda otros, los habitantes de la ciudad comenzaron a retornar a sus casas junto a las baterías de morteros que disparaban contra los terroristas afincados en el centro de la ciudad.
Incluso desde esta plaza, ubicada en las afueras de Mosul, se podía escuchar con claridad cómo estallaban los proyectiles en edificios ubicados en los barrios viejos de la ciudad.