Es muy cierto que el 'correísmo' no ganó en primera vuelta, una circunstancia que no ocurría desde 2006. Pero no era Correa el que figuraba en las papeletas de votación, sino su sucesor, su aliado político, Lenín Moreno, cuyo perfil personal es diametralmente opuesto al de su predecesor. El presidente electo es tranquilo y pausado. No es tan vehemente como Correa, pero es pragmático y también tiene fuertes convicciones. No posee el carisma de Correa pero sabe perfectamente lo que es la superación personal porque en 1998 perdió la movilidad de las piernas como consecuencia de un disparo en un asalto que dañó la médula espinal.
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El desgaste del oficialismo es evidente en Ecuador, pero no tanto como ocurriera en Brasil, tras la polémica destitución de Dilma Rousseff, o en Argentina, donde fue derrotado el candidato kirchnerista por uno de derechas y se produjo un abrupto cambio de tendencia.
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Lo que está viviendo Latinoamérica no es exactamente un giro a la derecha, sino más bien el empuje constante de los movimientos opositores, independientemente de cuál sea su signo político. Ahí está el caso del infatigable candidato Andrés Manuel López Obrador en México quien sueña con la Presidencia desde hace lustros y ahora tiene una nueva ocasión en julio de 2018. Es su tercera oportunidad y como dice el refrán a la tercera va la vencida. López Obrador —AMLO para los amigos—, apoyado por su Movimiento de Renovación Nacional (MORENA), netamente de izquierdas, es el mejor situado en los sondeos de opinión.
Es curioso que el que será el nuevo jefe del Estado ecuatoriano a partir de mayo lleve por nombre el apellido del famoso líder de la Revolución Bolchevique.
No hubo ruptura como muchos deseaban y vaticinaban, pero la izquierda debe mantenerse muy alerta, ya que las actuales condiciones macroeconómicas internas y externas son poco favorables y muy distintas a las del pasado. El precio del petróleo ha caído considerablemente y el país se encuentra inmerso en un estado de recesión económico.
Lasso no consiguió reunir el voto de los socialcristianos y de otras fuerzas políticas que les habían ofrecido su apoyo para derrotar juntos al correísmo. La oposición impugnó el balance de los comicios, citando la existencia de irregularidades técnicas y el hecho de que una encuesta a pie de urna que se publicó antes del cierre de la votación daba la victoria a Lasso. Esas impugnaciones deberían ser atendidas institucionalmente, pero los observadores internacionales encargados de verificar la limpieza del proceso electoral no encontraron pruebas de fraude y aplaudieron el triunfo de la democracia.
Los observadores lamentaron el uso político que se hizo de nuevo —al igual que en la primera vuelta— de las encuestas a boca de urna que se publicaron minutos antes del cierre de la votación pues la gran disparidad entre los resultados de los distintos sondeos generó mucha incertidumbre entre el electorado y llevó a ambos candidatos a declararse ganadores antes de conocerse las cifras oficiales publicadas por el CNE.
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La segunda cuestión que habrá que despejar es hasta dónde llegarán las medidas de ajuste que posiblemente tenga que acometer Moreno para sanear las cuentas del país y no aumentar el déficit fiscal. El presidente electo ya se ha mostrado conciliador, tendiendo la mano a la oposición, muy consciente de que tendrá que negociar mucho y largo, porque el partido de Correa, el movimiento Alianza PAIS, ha perdido poder en la Asamblea Nacional tras las recientes elecciones parlamentarias y le será, por consiguiente, más complicado legislar y gobernar como antes.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK