Con solo 17 años, Mariana Naúmova ostenta más de 15 récords mundiales en diferentes categorías de levantamiento de potencia. Su primera marca la alcanzó con apenas 13 años, cuando levantó 105 kilogramos en press de banca y su foto ilustró la revista más importante de 'powerlifting' en EEUU. Desde entonces, Mariana se ha convertido en toda una celebridad en el mundo del atletismo pesado.
"Es muy gracioso ver cómo en diferentes eventos se me acercan tipos grandes y me dicen: '¿Tú eres aquella niña que levantó 100 kilos? Vi el vídeo, se lo enseño a mis hijos y amigos'. Es muy agradable".
Desde entonces, Mariana ha mejorado mucho su marca personal, llegando a levantar 150 kilogramos en el torneo 'Arnold Classic' en 2015.
Hoy en día, Mariana se encuentra preparándose para los exámenes y al terminar sus estudios escolares quiere dedicarse a las actividades sociales y políticas.
"Entendí lo importante que era para los niños conversar conmigo"
Su vida de activista social comenzó casualmente, en Ekaterimburgo, donde participaba en el torneo de la Asociación Nacional de Levantamiento de Pesas de Rusia 'Tigre de Oro'. El gobierno local la invitó a visitar algunas escuelas y a contarles a los niños sobre el deporte.
"Visité varias escuelas y entendí lo importante e interesante que era para los niños conversar conmigo. (…) Lo más significativo es que veían en mí a una coetánea y estudiante escolar. Entendían que lo que pude alcanzar yo, lo pueden alcanzar ellos si se dedican a algo, sea deporte, arte o algo más".
Su padre le contó que estas visitas eran una práctica común en los tiempos de la Unión Soviética. A las escuelas acudían deportistas, escritores, científicos, entre otros, que contaban sobre sus actividades y eso motivaba mucho a los niños. Así que Mariana consideró retomar esa práctica y desde entonces a donde quiera que llegue, ella misma se dedica a organizar visitas a las escuelas para inspirar a los menores a hacer deporte, soñar y alcanzar sus objetivos.
Travesía en Corea del Norte: "Encontré un país pequeño, pero orgulloso y fuerte"
Un día le escribieron en una red social: "Mariana, si quieres vivir como en la Unión Soviética, viaja a Corea del Norte y verás lo horroroso que es". Entonces entendió que todo lo que conoce sobre ese país, lo sabe de boca de alguien con una posición crítica hacia el Gobierno comunista norcoreano.
Le escribió una carta a Kim Jong-un, en la que le explicó que es campeona, pionera y que quería visitar el país. En dos semanas recibió una respuesta y viajó a Corea del Norte, donde visitó escuelas, el palacio de los pioneros, diferentes instituciones infantiles y deportivas.
"En general, encontré un país pequeño, pero orgulloso y fuerte, que sufre de un bloqueo, tiene una vida muy difícil, pero pone mucho empeño en sus niños y deportistas. En ese país sienten orgullo y honran su historia, valoran la amistad y la ayuda que recibieron de la Unión Soviética".
Mariana reveló que los norcoreanos aún hoy cuidan y ponen flores en las tumbas de los soldados soviéticos fallecidos en la República Popular Democrática de Corea.
Labor humanitaria en Donetsk: "Convencí a mi papá, cargamos el auto de regalos y viajamos"
En verano de 2014, Mariana, al igual que muchos jóvenes rusos, permaneció atenta a la escalada militar que tuvo lugar tras el cambio de poder en Ucrania, sobre todo en las regiones del país que no reconocieron el nuevo régimen nacionalista.
"Cuando escuché en la TV que ahí [a pesar de los combates] se había decidido comenzar el año escolar —aunque fuese en octubre y no el 1 de septiembre como nosotros— decidí que debía viajar y apoyar a los niños. Convencí a mi papá, cargamos el auto de regalos, una pequeña banca y la barra [de pesas], y viajamos a Donetsk".
En la frontera fueron recibidos por un grupo de autodefensas, quienes los acompañaron a la capital regional por un camino, según sus palabras, "lleno de tanques explotados y autos volcados". Los albergaron en un cuartel, en un cuarto vecino con los combatientes de la República Popular de Donetsk. "En los pasillos habían cajas con municiones. Yo comía junto con todos, en el comedor, alforfón y carne braseada. De noche escuchábamos disparos y explosiones lejanas".
Durante su primera estancia en Donetsk, Mariana visitó ocho escuelas y organizó competencias deportivas como 'Pesa Rusa en Nueva Rusia' y daba regalos a los niños locales.
Desde entonces, Mariana ha realizado ocho visitas al este de Ucrania, llevándole a los menores mochilas, juegos escolares, ya que muchos padres no tienen la posibilidad de adquirirlos para sus hijos. Cientos de regalos fueron entregados en las fiestas navideñas de 2017.
"Yo veo lo importante que es para esos niños que alguien los visite desde Moscú, ver que no han sido olvidados. Muchos después me encuentran en las redes sociales y me escriben cartas (…) Los considero mis pequeños hermanos y hermanas y para mí es muy importante estar junto a ellos, ayudarlos".
Antes del conflicto en Ucrania, Mariana contaba con el patrocinio de una compañía estadounidense de nutrición deportiva, pero desde el inicio de su actividad humanitaria en Ucrania ellos rescindieron el contrato. Ahora, la joven representa a la compañía rusa Pure Protein, la cual, además del patrocinio, le ofrece la ayuda humanitaria y los regalos para sus viajes.
Invitada de honor en Siria
En 2015, Mariana le escribió una carta a Bashar Asad y visitó Siria justo una semana antes del inicio de la operación antiterrorista de las Fuerzas Aeroespaciales rusas.
Durante su visita, la joven rusa fue recibida por la primera dama de Siria, Asma Asad, quien dedica la mayor parte de su tiempo en visitar a los familiares de los combatientes caídos y a los menores que se han quedado sin padres para inspeccionar personalmente las condiciones en las que viven. "Lo que más me sorprendió fueron sus palabras de que ella y [el presidente] Basar Asad permanecerán junto a su pueblo y nunca huirán".
Recientemente, Mariana visitó Siria por segunda vez y dice que esta vez su viaje fue más complicado. Los vuelos directos estaban reservados para los militares, por lo que ella y su padre tuvieron que viajar a través de Beirut. Desde la capital libanesa, a Mariana la acompañaron hasta Damasco toda una escolta de guardias de Hizbulá. Realizó visitas a las ciudades de Alepo y Homs, en las cuales visitó escuelas deportivas, centros de enseñanza para los niños que perdieron a sus padres, asimismo, presenció competiciones de levantamiento de pesas y judo en Alepo.
"Me sorprendió ver que incluso en una ciudad recién liberada de los terroristas, el Estado se preocupa por los niños, por los deportistas. Ahí había un entrenador divertido, que me tomó de la mano y me mostró cajas de jugo y manzanas gritando de alegría que 'han expulsado a los terroristas y ahora mis hijos tienen de todo —zumo, leche, frutas— y ahora de seguro se convertirán en campeones'".
Durante su última visita, Mariana dice haber hablado con los representantes de facciones muy diferentes de la sociedad siria: desde el gran muftí sirio hasta el patriarca, desde fuerzas tan distantes como los comunistas, hasta los nacionalistas locales. Todos concuerdan en que "donde mandan los terroristas reina la muerte y el terror, pero hasta donde se expande el poder de Asad, las personas tienen vida, trabajo, educación y paz".
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"En Siria, en cualquier punto de control, sea controlado por el Ejército, los iraníes, Hizbulá o las milicias, si se enteran de que somos rusos las personas sonríen y nos saludan con la mano y dicen '¡Rusi, Rusi, Putin!' En el mercado, al enterarse que soy de Rusia, intentaban obsequiarme algo. Las personas están contentas con el apoyo prestado por Rusia a Siria en esta guerra".
Con los ojos puestos en Latinoamérica
Entre los próximos planes de Mariana, está volver a Donbás y visitar Serbia. Quisiera, además, encontrarse con Milorad Dodik, presidente de la República Srpska y visitar las escuelas serbias. "Hace poco escribí una carta a La Haya, destinada al general [Ratko] Mladic, a quien considero un héroe".
Quisiera también visitar Venezuela, Cuba y Brasil para conversar con la juventud local, ver las escuelas e instalaciones deportivas.
"Comparto las ideas de la justicia social y me siento cercana a las ideas del Partido Comunista de Rusia. Considero que la juventud debe interesarse con lo que pasa a su alrededor y no comportarse como un vegetal, viviendo entre una hamburguesa y el televisor", concluyó la joven.