El nivel de confianza mutua era tan elevado que, por ejemplo, se planeaba colaborar en el desarrollo de sistemas antiaéreos, misiles aire-aire y otros equipos militares 'sensibles' para la defensa de cualquier nación.
La así llamada 'revolución del Euromaidán' desembocó en la ruptura de los lazos bilaterales, perturbando el desarrollo de numerosos y prometedores proyectos de ambas naciones, explica Zvezda.
"Detrás de las decisiones de Kiev estaba Washington, cuyo objetivo era romper los lazos entre Rusia y Ucrania, asestando así un golpe contra la industria militar rusa", considera el medio.
Así, las autoridades ucranianas se negaron a suministrar turbinas de gas —ya construidas— para las fragatas de los proyectos 22350 y 11356, cuya construcción tuvo que ser suspendida.
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Como resultado, Moscú decidió renunciar por completo a la cooperación en materia militar con Kiev, reemplazando los elementos y tecnologías necesarios por modelos propios. Últimamente, los buques rusos han venido recibiendo los motores de la Asociación de Investigación y Fabricación Saturn (NPO Saturn, por sus siglas en ruso). Además, la industria nacional ha recuperado la capacidad de producir esas máquinas, cruciales para el desarrollo de las embarcaciones.
Lo único que se le ocurrió a Kiev como alternativa fue vender tecnologías secretas militares desarrolladas junto a Rusia al mejor postor, diseminando así por el mundo tanto el legado soviético como los logros conjuntos postsoviéticos, concluye Zvezda.