El problema es que ni la ciudad, de apenas 100 mil habitantes, ni la organización del recital estaban preparados para recibir semejante alud de gente. Sin embargo, según cientos de testimonios, la producción del show no solo no tomó los recaudos necesarios, sino que alentó el caos, dejando entrar a miles de personas sin entrada y no pidiéndola a aquellos que sí la tenían.
Esta práctica de 'liberar el paso' siempre fue común en los recitales tanto ahora del Indio como antes de los Redondos, como una manera de volver más fluido el pasaje de gente y de esa manera evitar desmanes, aunque hoy suene paradójico. Y es que las 'Misas Ricoteras', como suelen llamarse a estos espectáculos, tienen un historial de incidentes trágicos.
Vale la pena hacer un paréntesis para explicar el contexto y por qué un recital de rock termina comparándose a una 'misa'. El Indio fundó los Redondos junto al músico Eduardo 'Skay' Beilinson en 1976, y juntos convirtieron al grupo en un símbolo antiestablishment masivo.
Más allá de su fuerte y definido estilo musical, con una lírica tan metafórica como críptica, los Redondos siempre se caracterizaron por su actitud independiente, evitando contratos con los grandes sellos discográficos y la rotación comercial en medios de comunicación. Además de presentarse cada períodos muy espaciados de tiempo.
De esta manera, generaron un mayor sentimiento de pertenencia y comunidad entre sus seguidores, que sintieron apoyar no solo una banda de rock, sino una postura rebelde y crítica. Por eso, más que seguidores son 'fieles', y los viajes para ir a sus conciertos son 'peregrinaciones'.
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Ese tinte de religiosidad fue alimentado por varios sucesos trágicos. El más recordado sucedió el 19 de abril de 1991, en las inmediaciones del Estadio Obras Sanitarias, de Buenos Aires, donde se iba a desarrollar un recital de Los Redondos, y centenares de personas que se dirigían al estadio fueron detenidas en una razzia policial.
Entre ellas se encontraba Walter Bulacio, un chico de 17 años que moriría días después por un 'aneurisma no traumático', provocado por las torturas realizadas en la comisaría.
Desde entonces, Bulacio se convirtió en un mártir de la causa ricotera y los seguidores del grupo encontraron en la Policía a un enemigo común.
Increíblemente, uno de los dos fallecidos de Olavarría comparte apellido con esta primera víctima. Se trata de Juan Francisco Bulacio, de 36 años. Tanto él como el segundo fallecido, Javier León, habrían muerto por causas relacionadas con la avalancha de gente que se produjo en el predio, que estaba colapsado.
En Zona Violeta, contamos con el testimonio de Alejandro Correa, colega de Sputnik que viajó desde Uruguay exclusivamente para ver el recital. Él relató su experiencia y contó las experiencias que le dejó el show, en el cual, aseguró, le impactó la tristeza del público.
"Era muy difícil entender que tanto el Indio como los músicos estuvieran disfrutando lo que estaba pasando ahí y lo pudieran transmitir al resto de la gente", dijo.