Libia atraviesa una crisis desde 2011, cuando Muamar Gadafi, tras gobernar el país durante varias décadas, fue derrocado y asesinado.
El 17 de febrero pasado la crisis cumplió seis años: a lo largo de este período Libia pasó de uno de los Estados más ricos de África en un país desintegrado y arruinado por la guerra, que vive de hecho sin un poder central.
Los libios tienen que enfrentarse todos los días a la carencia de alimentos, medicamentos, gasolina y electricidad.
Sin embargo, el Gobierno de Trípoli no ha sido reconocido hasta la fecha por la Cámara de Representantes (Parlamento) en Tobruk que cuenta con el apoyo del Ejército Nacional, liderado por el general Jalifa Haftar.
Durante las negociaciones de Al Sarraj y Haftar, organizadas por Egipto y celebradas el 13 y el 14 de febrero en El Cairo, los dos líderes rivales libios acordaron aprobar una declaración, que entre otros puntos estipula llevar a cabo los comicios parlamentarios y presidenciales en 2018.