En Rusia, las impresiones de este tipo siguen ganando terreno en varias esferas de la industria. Así, por ejemplo, una 'startup' rusa llamada Robbo ha lanzado al mercado una impresora 3D dirigida a los niños.
El proyecto tiene por objetivo enseñar un nivel básico de modelado tridimensional a menores en edad escolar y tiene oficinas tanto en Rusia como en Europa. La compañía cuenta con el apoyo del centro de innovación Skólkovo —el Silicon Valley ruso—.
Sin embargo, las tecnologías de impresión 3D no se usan solo para la diversión o la enseñanza, además, tienen un amplio abanico de usos en todos los sectores y, en particular, en el de la construcción.
En este sentido, la empresa rusa Apis Cor ya ha probado con éxito lo que hasta hace poco era solo un sueño: una casa construida con una impresora 3D móvil.
El sistema está formado por una grúa que se ubica en el centro de un futuro edificio, que se construye desde el interior. Este método permite superar uno de los principales problemas en la construcción mediante una impresión 3D, ya que habitualmente todas las impresoras 3D comerciales se movían mediante rieles y podían funcionar únicamente en una superficie plana.
En el sitio web de Apis Cor, el jefe de la empresa, Nikita Chen-yun-tai, cuenta que su equipo está orientado al mercado internacional y, tras demostrar la viabilidad de su tecnología en Rusia, ya planea construir dos edificios en EEUU.
Además, el director de la compañía no oculta los ambiciones planes que reserva para el innovador aparato.
"Dados los ritmos de desarrollo de algunas compañías espaciales, se puede esperar que veamos los primeros intentos de colonización de Marte ya en la próxima década. Queremos estar preparados para ello", afirmó.