Cuando Serguéi Lavrov entra en la habitación, es imposible no notar su apariencia, escribe la periodista sueca Gunilla von Hall para Svenska Dagbladet. Es alto y carismático y hace gestos un poco exagerados. Se suele vestir con trajes elegantes y corbatas de seda; sus ojos atentos miran a través de las gafas de acero. A veces puede ser visto con un cigarrillo colgando de la esquina de su boca, añade.
Von Hall elogia la sólida defensa realizada por Lavrov del "enfoque intransigente de la política exterior de Rusia" que llevó a dos secretarias de Estado de Estados Unidos, Condoleezza Rice y Hillary Clinton, "al borde de un ataque de nervios". Ha recibido el apodo de 'Señor No' por su firme posición.
Ha revelado su carácter intransigente en Ginebra durante las interminables negociaciones sobre las armas químicas sirias, las armas nucleares de Irán y la iniciativa de paz en Siria. Más recientemente, su firmeza se ha notado en su respuesta a las demandas de que Rusia renunciara a Crimea.
"Aunque la mayor parte del tiempo, el mundo ve a un Lavrov sombrío y áspero, detrás de esta fachada, hay un diplomático increíblemente competente, ingenioso y talentoso. Muchos clasifican a Lavrov, de 63 años, como uno de los políticos más calificados del mundo", comenta Gunilla von Hall.
Lavrov entró en el servicio diplomático soviético después de graduarse del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú (MGIMO) en 1972. Tras utilizar su primer trabajo en Sri Lanka como trampolín, Lavrov llegó a las Naciones Unidas, donde representó a la Unión Soviética y a la Federación de Rusia por 15 años.
Al decidir algo, no está acostumbrado a ceder. Cuando el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, prohibió fumar en la sede de la ONU, Lavrov sostuvo que "él no era dueño del edificio", por lo que continuó fumando, en zonas especiales, cuando se le daba la oportunidad.
Von Hall describe a Lavrov como un 'dandy' con un gusto por las delicias terrenales. El político es conocido por disfrutar del alcohol caro, bromas turbadoras y compañía de mujeres hermosas. Practica diferentes deportes y apaga su teléfono cuando está descansando.
El año pasado, Lavrov mostró su lado generoso al donar las pizzas que su homólogo estadounidense, John Kerry, ordenó para la delegación rusa, a periodistas hambrientos durante las prolongadas negociaciones sobre Siria.
"Así es, el zar de los asuntos exteriores rusos, a veces encantadoramente amistoso, y en ocasiones venenoso, impudente. Un negociador complicado", concluye Von Hall.