"Aunque todas las lenguas nativas del país están en riesgo de extinción, principalmente cinco están en riesgo de desaparecer por el desplazamiento forzado que genera la violencia", dijo Fanny Kuiru, de la etnia indígena uitoto, originaria del sureño departamento de Amazonas.
Para Kuiru, las lenguas más vulnerables a amenazas como la violencia interna y las tecnologías son, precisamente, los pertenecientes a los pueblos de la región amazónica, por ser minoritarios y estar ya en alto riesgo de extinción física y cultural.
"La salida de los territorios de las etnias indígenas para irse a la ciudad implica la pérdida de la lengua materna, ya que el medio no les permite practicarla", destacó Kuiru, una de las representantes de las lenguas nativas de este país.
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Ella confía en que el acuerdo de paz entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) permita mitigar los desplazamientos forzados y facilitar el retorno de los indígenas a sus tierras.
"Si la población indígena retorna a su territorio tiene más posibilidades de volver a retomar los conocimientos sobre su lengua y volver a hablarla", subrayó.
Moisés Medrano, director de Poblaciones del Ministerio de Cultura, reconoce que el conflicto armado interno de más de medio siglo es el primer factor de pérdida de las lenguas nativas.
"La mayoría de los pueblos indígenas se cuentan entre las víctimas de la violencia", observó.
Acuerdo de Paz en lenguas indígenas
Según el funcionario, el Gobierno destina cada año unos 517.000 dólares para financiar proyectos de preservación de las lenguas a través de linguistas, educadores, maestros y autoridades indígenas, de manera tal que sus saberes pueden ser compartidos con las nuevas generaciones.
"Gracias a esa financiación, por ejemplo, el año pasado se pudieron traducir a 66 lenguas nativas y criollas los acuerdos de paz con las FARC", destacó Medrano a esta agencia.
Después de Brasil, que tiene más 200 lenguas nativas, sigue Colombia en América del Sur.
Este país ha creado incluso una amplia legislación que ha servido de inspiración a otros vecinos sudamericanos, como Perú, según Medrano.
"Hasta hace cinco años Colombia carecía de toponimia en la lengua de los pueblos nativos en lugares públicos; hoy ya la hay como parte de una política de protección de la diversidad linguística", agregó.
Asimismo, desde hace seis años se promociona el conocimiento de las lenguas nativas a través de la Feria Internacional del Libro de Bogotá y se adelanta un plan de fortalecimiento de las 'malokas' (centros del diálogo de las culturas indígenas), con el fin de que las comunidades vuelvan a reunirse para contar historias y compartir sus tradiciones orales.
De las 68 lenguas nativas colombianas, 65 son habladas por comunidades indígenas, otras dos son consideradas criollas y la última es el lenguaje de señas colombiano, lengua materna de la comunidad con problemas auditivos.
"Hay una parte muy grande de la sociedad que relaciona a estas lenguas con conocimientos prehispánicos, desconociendo que hacen parte de nuestra cultura actual y que hacen parte de nuestras ciudades", cuestionó Medrano.

En 1999, el 21 de febrero fue proclamado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como Día Internacional de la Lengua Materna, y el Estado colombiano lo adoptó como fecha para conmemorar sus lenguas nativas.