"En 1995, 2005 y 2015 realicé tres viajes idénticos a través de Rusia —explica Dickey—. En cada uno de esos trayectos, de más de 5.000 kilómetros desde Vladivostok hasta San Petersburgo, me he detenido en las mismas 11 ciudades y entrevistado a las mismas personas", explicó Dickey.
"La economía rusa se estaba desplomando y el precio del rublo había caído en picado, acabando con los ahorros de mucha gente. Un pequeño grupo de personas increíblemente adineradas había ascendido a la cima de la pirámide económica, mientras que el resto del país luchaba [por sobrevivir]", detalla la periodista.
La situación en tiempos de Borís Yeltsin, entonces presidente de la Federación de Rusia, fue un golpe bajo para sus habitantes, cuyo país había sido en las décadas anteriores una de las dos superpotencias del mundo.
"Cuando preguntaba sobre EEUU en mi viaje de 1995, los rusos generalmente respondían con admiración e incluso envidia. Un joven de 18 años de Moscú, Yuri, que trabajaba en McDonald's, me decía que 'las únicas personas que critican la llegada de la cultura norteamericana a Rusia son nacionalistas o están locos'".
"Entre 1995 y 2005, el precio del petróleo se triplicó, generando un crecimiento de la riqueza de Rusia. A los ojos de los rusos, muchas de estas mejoras eran resultado del liderazgo de Putin", comentó la periodista.
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Ya en el 2015, tres temas se hicieron recurrentes a lo largo del recorrido de Dickey por el país:
- La gente sentía que EEUU no respetaba lo suficiente a Rusia;
- La gente amaba y admiraba a Putin;
- La gente confiaba en que Putin devolvería a Rusia su puesto en la arena mundial.
"Me preguntaba si Putin era tan popular como sugerían las encuestas y no me tomó mucho tiempo entender que así era. Dondequiera que iba, veía su cara: contemplándome desde un imán en la nevera, estampada en camisetas o enmarcada en calendarios para pared. En las casas de la gente, veía fotos de él ubicadas con amor junto a las instantáneas familiares, en el armario de la sala o en la biblioteca. Una mujer en Vladivostok, para responder a mi pregunta de cómo se sentía con respecto a Putin, levantó el retrato enmarcado y lo besó suavemente en la cara".
"Es fácil para un líder ser apoyado cuando la economía es fuerte. Lo complicado es mantener ese apoyo a pesar de que las cosas empiecen a salir mal, y Putin lo ha logrado", resalta Lisa.
"Muchos rusos creen que Putin ha hecho a Rusia grande de nuevo [parafraseando a Trump]. Y lo aman por eso".
Mientras tanto, numerosos expertos admiten que las sanciones provocaron un efecto contraproducente para Occidente, incentivando la economía rusa e impulsando sectores económicos no vinculados con las materias primas.