Este tratado, impulsado por el diplomático mexicano Alfonso García Robles —Nobel de la Paz en 1982— estableció que América Latina y el Caribe serían zonas libres de armamento nuclear.
La firma fue motivada "por el deseo de garantizar la ausencia de esas armas y que nuestras instalaciones nucleares fueran usadas exclusivamente pacíficos y para promover el desarme atómico", recuerda el Gobierno brasileño.
Brasil tiene vínculos históricos con el tratado, realizando contribuciones "significativas" para su negociación y adopción, apunta el ejecutivo brasileño.
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De hecho el embajador brasileño Luiz Filipe de Macedo Soares fue reelegido por aclamación para un segundo mandato como secretario general de la Organización para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe (Opanal).