Los militares estadounidenses perdieron el aparato cuando estaba siendo sometido a pruebas en el polígono de la base militar de Fort Huachuca, en el sureste de Arizona.
El portavoz de la 7ª división de infantería del Ejército de EEUU, Frederick Williams, comunicó que los soldados tuvieron incluso que pedir ayuda a la Policía y a los representantes de organismos públicos.
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Sin embargo, todo resultó en vano. Durante nueve días, ni los servicios terrestres ni las fuerzas de defensa antiaérea pudieron encontrar el dron pese a su gran tamaño —3,4 metros de largo y una envergadura de alas de 6,1 metros—.
Los militares estadounidenses aún no entienden cómo pudo llegar hasta allí, puesto que cubrió una distancia de 970 kilómetros, cuando su alcance debería ser teóricamente mucho menor.
Lo más interesante de toda esta situación es que no se trata de la primera vez que los soldados de EEUU pierden sus aeronaves no tripuladas. En octubre de 2015, también extraviaron el aerostato JLENS.