Los primeros supuestos rastros de vida en la Luna fueron descubiertos por el astrónomo Kentaro Terada y sus colegas al revisar los datos recopilados por la sonda lunar Kaguya.
Las mediciones realizadas por los sensores iónicos de Kaguya mostraron algo que tomó desprevenidos a los científicos: resultó que el viento solar trae una cantidad grande de iones y moléculas de oxígeno de la atmósfera terrestre a pesar de que la Tierra posee un 'escudo magnético'.
Las muestras de oxígeno tienen procedencia biogénica y fueron sintetizadas por microbios, plantas y algas. Estas muestras se han estado acumulando en la Luna durante millones de años.
Los expertos señalan que el estudio de los depósitos del oxígeno terrestre en la Luna puede ayudar a conocer cuál fue la composición de la atmósfera de la Tierra así como enterarse de cuándo aparecieron los primeros organismos fotosintéticos.