Ese mismo día de hace más de siete décadas, los soldados soviéticos consiguieron destruir las puertas del campo y liberar a más de 7.500 prisioneros, extenuados y abandonados por las tropas nazis.
Atrocidades inimaginables
Ante los ojos de los soldados soviéticos se presentó una terrible imagen de 'la fábrica de la muerte', la cual es "imposible describir con palabras", según múltiples testimonios de los participantes de la liberación.
En el recinto del campo se encontraban dos casas de color rojo y blanco que causaban literalmente escalofríos. A partir del 20 de mayo de 1940, los nazis apilaron allí a los presos como al ganado con el fin de torturarlos y matarlos con gas. Dicho gas penetraba en los edificios a través de las chimeneas.
Al principio, los nazis desconocían qué volumen de gas era necesario para matar a una persona, de manera que lo hacían de forma progresiva. Dejaban entrar un poco hasta que se escucharan los gritos, después agregaban un poco más para oír los gemidos y, cuando echaban la dosis final, se acababa imponiendo el rumor del silencio.
Muchos acudían voluntariamente, puesto que los soldados alemanes les aseguraban que se trataba de un mero caso de 'mudanza'. No obstante, al llegar los prisioneros se los privaba de sus pertenecías y eran colocados en filas para ser sometidos a una prueba de selección.
A los niños y las mujeres débiles los obligaban en seguida a subir en camiones y los trasladaban para ser aniquilados como 'material inútil'. Algunos morían en las cámaras de gas, mientras que a otros les inyectaban fenol o los incineraban vivos en las hogueras.
Las personas feas, los gemelos y los enanos tenían menos suerte, porque a ellos los esperaba en su gabinete el 'ángel de la muerte', el doctor Josef Mengele, para realizar sus macabros experimentos, dirigidos a aumentar la natalidad y disminuir las desviaciones genéticas de la raza aria.
Intento de ocultarlo todo
A finales de 1944, cuando los soldados nazis tuvieron conocimiento de que las tropas soviéticas estaban acercándose al campo, los germanos ordenaron evacuar a los prisioneros a territorio de Alemania. Aquellas personas que no podían andar fueron tiroteadas y golpeadas hasta la muerte. Además, los soldados germanos recibieron órdenes de destruir la mayor cantidad posible de documentación para ocultar la verdadera dimensión de sus atrocidades.
"Vimos unas mesas largas a lo largo de las cuales había gente sentada, por no decir esqueletos vivientes. Todos ellos estaban llenando lápices con grafito pulverulento sin prestarnos atención. Como supimos después, cada prisionero tenía que producir 1.000 lápices durante el turno. La cámara de gas aguardaba a quienes no lo conseguían", comentó el comandante soviético Anatoli Shapiro, citado por el periódico ruso Gazeta.
El macabro legado de la guerra
En la ciudad polaca de Oswiencim donde se erigió el campo de exterminio de Auschwitz, se fundó en 1947 un museo que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979. Se ha convertido en uno de los lugares más simbólicos de la tragedia del Holocausto.
Tras la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, cada 27 de enero se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.