De acuerdo con los investigadores, esta hormona actúa como un neuromodulador en el sistema nervioso central que modela el comportamiento social, los patrones sexuales y la conducta parental. Según los especialistas, la oxitocina también se libera en nuestro organismo durante los besos o abrazos.
En el experimento, llevado a cabo por los científicos italianos, participaron 22 voluntarias. De acuerdo con los datos obtenidos, los cerebros de las participantes producían más oxitocina mientras ellas chismeaban. Al mismo tiempo, las conversaciones sobre el tiempo no tuvieron ningún efecto en el cerebro.
Los científicos aseguran que esta hormona, sintetizada por células nerviosas neurosecretoras magnocelulares, ayuda a las personas a sentirse más cercanas unas con otras.
Anteriormente, se informó que la oxitocina también influye en la actividad social de una persona y también alivia la presión sanguínea, además de tener un efecto tranquilizador.