En los primeros siglos de la historia rusa, la construcción de nuevas ciudades y emplazamientos comenzaba con la edificación de una fortaleza, que desde el siglo XIV empezó a recibir el nombre de kremlin.
Estas fortalezas de madera o de piedra protegían a los habitantes de las poblaciones de sus enemigos. De ahí que algunos de los símbolos característicos de cualquier kremlin sean sus altas torres de vigilancia y sus gruesas y altas paredes.
Con el paso del tiempo, muchas de estas ciudadelas desaparecieron debido a las guerras y al crecimiento de las poblaciones, quedando solo las ruinas de las que otrora fueron imponentes construcciones. Sin embargo, además del famoso Kremlin de Moscú, 22 ciudades rusas conservan su kremlin, entre ellas Smolensk, Kazán, Yaroslavl, Vladímir, Rostov y Astracán.
El kremlin más antiguo de Rusia es el de Nóvgorod, una ciudad de más de 200.000 habitantes al sureste de San Petersburgo. Construida en el siglo IX de nuestra era, esta ciudadela se extiende a lo largo de 1.538 metros y cuenta con gruesas paredes y 9 torres.
Estas imponentes construcciones son tan significativas que muchas de ellas han sido consideradas patrimonio de la humanidad por la Unesco, entre ellas el Kremlin de Moscú, el Kremlin de Kazán, el Kremlin de Nóvgorod, el Kremlin de Súzdal y el famoso monasterio de Solovetsky.