Este accidente, según el exjefe del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la Universidad de Teherán, Bahram Akkasheh, puso de relieve un candente problema vinculado con la seguridad del diseño de muchos edificios de la capital persa.
Resulta que el 83% de las ciudades iraníes, entre ellas Teherán, se encuentra en una zona de elevada actividad sismológica.
"Hace 20 años, el Consejo Superior de Seguridad Nacional de Irán me encargó analizar la carga sísmica de la capital y explicar por qué Teherán se encuentra en una zona extremadamente sísmica. Eso fue lo que hice y les propuse tres medidas gracias a las cuales podríamos contrarrestar la amenaza de un sismo", dijo el científico, que subrayó que una de estas medidas fue "el traslado de la capital de Irán de Teherán a Isfahán".
No obstante, el presidente del país en aquel momento, Mahmud Ahmadineyad, no tuvo en consideración la propuesta y "sugirió trasladar la capital a la ciudad de Semnán que, según los datos de varias investigaciones, se considera sísmicamente más peligrosa que Teherán".
"Si se produce un sismo con una magnitud de 7 grados en Teherán, será una catástrofe. La cifra de víctimas podría llegar a millones de personas. Es muy posible que la vida en Teherán se paralice para siempre. Por eso es necesario, como mínimo, trasladar la capital a Qom —ubicada a 150 kilómetros al sur de Teherán— o a las ciudades ubicadas más al sur del país, pero todavía no se ha hecho nada en esta dirección", se lamentó el experto.
"Sobre Teherán, la elección de esta ciudad como capital, según mi opinión, ha sido un gran error", enfatizó.
La capital de Irán fue trasladada desde la ciudad de Shiraz a Teherán en el año 1795 por orden del rey persa Agha Mohammad Jan Qajar.