En 1962, un grupo de investigadores ordeñó a una jirafa mientras estaba bajo los efectos de la anestesia para tratar de descubrir los nutrientes que contenía su leche. Tras analizarla, resultó que la leche de jirafa tiene un alto contenido en grasa: 12,5%. En comparación, la leche de vaca normal tiene solo un 3,5%.
No obstante, un estudio publicado por la Universidad Tufts en 2016, que hizo un seguimiento a 3.333 personas durante más de dos décadas, señaló que aquellos que consumían una mayor cantidad de grasa láctea en su dieta tenían un 46% menos de posibilidades de sufrir diabetes. Por lo tanto, un alto contenido de grasa puede ser algo no tan malo como solemos pensar y apunta a que la leche de este mamífero africano podría convertirse en la nueva 'superalimento'.
Las vacas son animales dóciles que se mantienen, pastan y ordeñan con relativa facilidad. Otros animales, como las cabras y las ovejas, pueden producir la leche suficiente como para hacer que ordeñarlas sea rentable, pero mantener a estos animales requiere más espacio y la extracción de la leche es más compleja.
Sin embargo, en cuanto a las jirafas, sería casi imposible mantenerlas retenidas el tiempo necesario para ordeñarlas y, mucho menos, hacer de ello un negocio rentable.