Se cree que la tormenta solar más potente de la historia contemporánea se produjo en 1859, cuando se liberó 20 veces más energía que durante la caída del meteorito que, hace millones de años, acabó con los dinosaurios en la Tierra.
El astrónomo Edward Oughton y sus colegas de la Universidad de Cambridge decidieron calcular el valor de los daños que una fulguración solar con una potencia similar a la del siglo XIX podría causar en la economía de EEUU en caso de que se produjese actualmente.
A raíz de este suceso astronómico, muchas redes informáticas y satélites dejarían de funcionar, afectando sobre todo al tejido industrial del país.
A este respecto, los científicos británicos han advertido de que, a menos que no se cree un sistema de alerta temprana, una fulguración solar fatal podría poner a cero la economía de EEUU, obligando a Washington a desembolsar una gran cantidad de dinero para reactivar el país. Si algo así llegara a suceder, probablemente todo el mundo acabaría sumido en el caos financiero y político.